Luego de años investigando cómo llevar una vida saludable y desmontando mitos, concluí que gran parte de la información sobre ejercicio y alimentación: 1) ha sido escrita por hombres y para hombres, y 2) la poca dirigida a mujeres se enfoca en cómo “deberíamos” vernos.
Crecí en Cartagena, donde los desórdenes alimenticios están normalizados. Vivimos con la idea de que restringirse es cuidarse, cuando en realidad nos desconecta de nuestras verdaderas necesidades. Al estudiar ciencias de la salud fuera del país, confirmé que la cultura de la restricción es común en Latinoamérica. Lejos de esa presión, exploré otras formas de alimentación y movimiento, y descubrí que muchas de nuestras creencias no son efectivas para lograr salud física ni mental.
Los estudios científicos que guían nuestras prácticas fueron hechos por hombres, con base en su fisiología. Aunque útiles para ellos, aplicar sus conclusiones a las mujeres ha generado frustración y falta de resultados. Como dijo la doctora Stacy Sims, “las mujeres no son hombres pequeños”. Estrategias como entrenar en ayunas, el HIIT o la inmersión en frío pueden no ser tan beneficiosas para nosotras.
Verse bien no siempre significa estar bien. A las mujeres se nos ha dicho que debemos ser delgadas, frágiles y “petite”. Nos enseñaron a comer poco, evitar carbohidratos y temer a las pesas. Pero lo que realmente transforma cuerpo y mente es nutrirse bien (física y mentalmente), mantenerse activa y entrenar con resistencia.
Revisemos algunos mitos comunes: 1) Entrenar en ayunas. Las mujeres tenemos niveles de cortisol más altos al despertar. Si no comemos, el cuerpo entra en “modo alarma”, almacena grasa y pierde músculo. 2) Cardio excesivo. Sin fuerza, se pierde masa muscular, baja el metabolismo y no se ven resultados. 3) Inmersión en frío. Es más efectiva en hombres; las mujeres obtienen beneficios similares con agua menos fría, por diferencias hormonales y térmicas.
Cuidar la salud no es contar calorías, sino nutrir el cuerpo de forma inteligente. Comer proteína al despertar regula hormonas y mejora el descanso. Hacer entrenamiento de fuerza al menos tres veces por semana fortalece los músculos, los huesos y la mente. Caminar más, cocinar en casa y evitar procesados hacen la diferencia. Más que hacer dietas, enfoquémonos en movernos y comer mejor.
Hoy, mi enfoque es totalmente distinto. Ya no entreno para encajar en un estándar, aunque me cuesta, porque al final del día es algo que tenemos muy internalizado. Entreno para sentirme fuerte, tener energía y envejecer bien. Ojalá más mujeres se den cuenta de que no están fallando: simplemente están siguiendo un modelo que nunca fue diseñado para ellas. Nunca es tarde para empezar a hacerlo bien.