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Columna

El sionismo y la falacia del antisemitismo, aclarando conceptos

Para hablar de antisemitismo, primero hay que saber qué es el semitismo para ser más precisos.

Ariel Barrera-Haddad

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El día 12 de junio el señor Marcos Peckel públicó una columna en este medio, llamada Antisionismo es antisemitismo, en la cual pretende decir que son lo mismo porque el antisionismo niega la existencia de un estado sionista llamado Israel, pero por medio de esta columna deconstruiré esa falacia, que carece de fundamento científico y en la cual el sionismo se apropia de un concepto de manera desacertada y usurpadora.

Para hablar de antisemitismo, primero hay que saber qué es el semitismo para ser más precisos. Como el término lo indica, el antisemitismo sería estar en contra del semitismo, y ¿qué es el semitismo? Sería una doctrina basada en el concepto lingüístico de lo semítico, que surge cuando lingüistas europeos del finales del siglo XVIII clasifican las lenguas del medio oriente que pertenecieran a un mismo tronco. En ese momento identificaron lenguas extintas como el acadio, el canaaneo (entre ella el fenicio, el ugarítico y el llamado hebreo bíblico) y lenguas vivas como los dialectos arameos, el árabe y las lenguas etiópicas, que son llamadas como semíticas. ¿Por qué les llaman semíticas? Porque los lingüistas asocian esas lenguas con los descendientes del bíblico Sem, en una época en que la Biblia era considerada libro de Historia. Hoy ese concepto está revisado y se les llama lenguas sirio-arábigas, por el espacio geográfico que abarcan.

A mediados del siglo XIX, un periodista alemán, que era un reconocido judeófobo, llamado Wilhelm Marr, hizo una publicación llamada Panfletos antisemitas, en donde manifiesta su total odio por los judíos, especialmente lo que él conocía de ellos en esa Europa central y oriental, los cuales usaban el llamado hebreo bíblico en su liturgia, que sería igual a que un indonesio o un turco, siendo musulmanes, usen el árabe en la lectura del Corán, algo que no hacen los árabes. Por lo tanto, los europeos judíos que Marr conocía en Europa podían ser hablantes del alemán o del yiddish, que ambas son lenguas germánicas, o, mejor dicho, el Yiddish es una derivación de un alemán medieval que se difunde al oriente de Europa. Así que Marr estaba totalmente desacertado al considerar como semitas a los judíos que él conocía en esa parte de Europa.

El sionismo es un movimiento de proyección colonialista, fundado por un austro-húngaro, hablante del Yiddish, de familia de tradición religiosa judaica, llamado Teodoro Herzl a finales del siglo XIX, que aprovecha la discriminación del europeo cristiano contra los europeos judíos para clamar por una patria judía y que obviamente lo inspira la repartición de África, Asia y Oceanía que se hizo en 1885 en la conferencia de Berlín entre las potencias de Europa y Norteamérica. Herzl manifiesta su proyecto ante el empresario colonial británico en el sur de África, Cecil Rhodes (de su apellido deriva el nombre colonial Rhodesia), el cual le responde a Teodoro Herzl que le parece perfecto su proyecto para su gente y obviamente también para Gran Bretaña. Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia pactan repartirse los territorios bajo dominio Otomano en la Siria histórica, quedando Palestina en esa distribución como un mandato Británico. Así mismo, en 1917, bajo la famosa declaración Balfour, Gran Bretaña promete darle Palestina al sionismo y fue en 1948 cuando se la transfiere. Y los palestinos nunca fueron escuchados, siendo el pueblo nativo. Por otro lado, la resolución 181 de partición de Palestina nunca fue ejecutada, empezando así esta tragedia que padece el pueblo palestino al ser desposeído y sometido a una limpieza étnica, bajo el amparo de las principales potencias mundiales.

A finales del siglo XIX, el lingüista lituano y también hablante del yiddish, Isaac Perelman, que hace parte de los primeros sionistas que emigraron a Palestina, inventa una lengua para que todos los inmigrantes de tradición judaica tuvieran una lengua común, ya que unos eran hablantes del yiddish, otros del castellano arcaico llamado ladino. Así que crea una lengua llamada hebreo moderno, tratando de revivir la bíblica, que era solamente de uso litúrgico, pero por mucho que extrajeran su vocabulario del tanakh judío, no se podía establecer la gramática original canaanea, por lo tanto Perelman apeló a la gramática del árabe, la cual es la lengua semítica más hablada y de mayor literatura, pero con el tiempo, como la mayoría de los maestros eran hablantes del yiddish, la gramática de esta nueva lengua resultó muy influenciada por la gramática del yiddish, así que en su estructura el llamado hebreo moderno no es una lengua semítica, sino una lengua indoeuropea, que no en vano el lingüista israelí Gilad Zuckerman la llama lengua israelí, porque quisieron revivir una y terminaron inventando otra.

Si queremos de verdad dar ejemplos de lo que es el verdadero antisemitismo, deberíamos hablar de la limpieza étnica y el genocidio llevado a cabo por el ente sionista contra el pueblo palestino, el cual es hablante del árabe y por lo tanto semítico. O lo que ocurre también contra los etiopíes judíos en la sociedad israelí, que son discriminados bajo ese ente. Otro ejemplo es la discriminación que padecen los magrebíes y los refugiados sirios e iraquíes en Europa, que son también hablantes del árabe.

Así, señor, Peckel, y todos los que quieren usar ese término para criminalizar como si los antisionistas fuéramos racistas o Nazis, déjeme recordarle que en ese sentido el que es idéntico es el sionismo, que ya fue una vez condenado en las Naciones Unidas como una ideología racista al mismo nivel del apartheid que tenía el régimen anglo-boer en Sudáfrica.

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