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Columna

El equipo de los hijos de los inmigrantes

“Más allá de los elementos estrictamente deportivos, de lo que me gustaría hablarles es de la transformación social que se está viviendo en toda Europa...”.

Alfredo Ramírez Nárdiz

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Hace una semana tuvo lugar en Alemania la final de la Nations League, un nuevo título de fútbol de selecciones nacionales creado por la UEFA y que, contra todo pronóstico, va ganando poco a poco interés y cierto prestigio. Los cuatro equipos finalistas (pues la final es en un fin de semana en el que se juegan las semifinales y la final todo seguido) fueron España, Portugal, Francia y Alemania. Más allá de los elementos estrictamente deportivos, de lo que me gustaría hablarles es de la transformación social que se está viviendo en toda Europa y que tan bien se vio reflejada en las alineaciones titulares de las selecciones nacionales presentes en el torneo: la emergencia de los hijos y los nietos de los inmigrantes.

Una de las semifinales fue el espectacular y caótico 5-4 en el que España ganó a Francia. Si ustedes echan una ojeada al once de cada una de las dos naciones verán que en Francia juegan ocho jugadores de piel oscura, hijos y nietos de inmigrantes africanos en su mayoría; por su parte, en España las dos grandes estrellas son un muchacho navarro de piel negra y origen africano (lo cual en sí mismo es una idea maravillosa) y el que parece llamado a ser la nueva súper estrella del futbol mundial, Lamine Yamal, un catalán de padre marroquí y madre guineana. El caso francés lleva consolidado desde hace décadas y ya hizo que en el pasado la extrema derecha se quejase de que la selección francesa no parecía francesa. El caso español es más nuevo, pero cada vez más consolidado, pues a los dos jugadores citados (fíjense, por cierto, que proceden de las dos regiones españolas dotadas de una identidad más fuerte, donde se les considera tan de allí como el que más), hay que sumar otros jugadores también hijos de inmigrantes, a los que cada vez se ve más en la alineación titular.

¡Esto es la Europa del siglo XXI! La Europa mestiza en la que los hijos y nietos de los inmigrantes ya son tan franceses o españoles como las familias que llevan aquí milenios. Tristemente hay muchos que aún no acaban de enterarse de que esto no es el futuro, es el presente y no es un presente malo (la gran substitución lo llaman algunos que viven muy equivocados), tampoco bueno, simplemente es lo que es. Lo que nos ha tocado vivir.

Nuestra responsabilidad es evolucionar con los tiempos, asumir el cambio y adaptarnos a él. Así, quizá, podremos hacer sociedades mucho más fuertes y mucho más justas que las que dejamos atrás.

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