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Columna

A la honorable Corte Constitucional de Colombia

“Luz en la Poterna y Guardián en la Heredad”

GABRIEL JAIME DÁVILA GÓMEZ

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En un momento histórico en que la nación se debate entre incertidumbres sociales, tensiones institucionales y desafíos democráticos de gran calado, es imperativo volver la mirada hacia los pilares que sostienen el Estado de derecho y el pacto constitucional que nos une como república.

La Corte Constitucional de Colombia, nacida del espíritu de 1991, ha sido faro en la oscuridad y muro de contención frente al desbordamiento del poder. No ha sido solo intérprete de la norma suprema, sino garante de la dignidad humana, del respeto por la diferencia y de la defensa irrenunciable de los derechos fundamentales.

Hoy más que nunca, en medio de discursos polarizantes, de reformas profundas y de una ciudadanía expectante, su papel se erige con mayor claridad en la historia contemporánea. Ustedes son “Luz en la Poterna”: la luz que revela lo que otros no ven, que llega a las entradas olvidadas del sistema jurídico, a las voces silenciadas, a los conflictos invisibles. Una luz que no solo esclarece, sino que orienta.

Y son, también, “Guardián en la Heredad”: centinelas del legado constitucional, protectores del Estado Social de derecho, de la separación de poderes, del principio de legalidad, del control al poder arbitrario, y de la promesa aún vigente de una Colombia más justa, incluyente y democrática.

Este no es solo un reconocimiento institucional, sino un llamado cívico: que la Corte siga siendo, con firmeza y sabiduría, el corazón que late desde la Constitución y para la nación. Que su palabra siga siendo límite y esperanza. Que su independencia no se doblegue. Que su luz no se apague.

Con respeto profundo,

Gabriel Jaime Dávila Gómez

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