Estos días tan duros, tan dolorosos, en los que nos encontramos me han producido una enorme dificultad para escribir.
El ánimo, en decaimiento total. La violencia crece, vivimos tiempos difíciles. Pude entregarle a Nicolás Pareja la botella de Ron Matusalén que le prometí junto a las de la Casa Barceló de República Dominicana y otras muy exclusivas de Surinam, Jamaica, Haití y Guyana, antes del demencial atentado criminal que tiene al borde de la muerte a Miguel Uribe. Ahora, profundamente conmovido, solo hay espacio en mi alma para pedir por su pronta recuperación y que en Colombia se hable de amor, que se construya un país culto, educado, con una juventud pujante, ejemplar, que valore la vida, que sea sensible y solidaria.
He recordado a mi madre, nuestras madres, aquellas que no escatimaban esfuerzos para guiar nuestro rumbo. Que nos hablaban del amor, de ese amor capaz de alimentar las fuerzas que mueven el mundo.
En el Colegio de la Salle de Torices, los hermanos cristianos nos hablaban de ciencia y virtud, de defender y luchar por la vida con ardor, y se escuchaba nuestra voz, un grito de amistad, de futuro y de paz.
Hoy en todas las tertulias no se hablaba de otra cosa y me refiero a ellas por ser un ejercicio vivo, presencial y no la poca esencia de los medios virtuales, que le han arrancado a la palabra el alma de la sonrisa o la triste expresión del llanto.
Como la poesía y las canciones llenan de gozo mi espíritu, quiero terminar con esta que le compuse a mi madre. Hoy la canto como un homenaje a la vida y al amor.
Mis pasos: /Muchos recuerdos se encuentran escondidos / camino por los senderos profundos del pasado / Millones de hojas guardan el secreto de los años / en donde existió un mundo que atrás se fue quedando // Quiero recoger todos aquellos besos que me dieron / y los amores que de niño, pacientes me esperaron / Cuántos pasos recorrí, por lejanos lugares encantados / donde vi al Sol y a la Luna enamorados // Ahora que regreso hasta el jardín / busqué las semillas que sembré / y los árboles crecidos me aguardaron // los pasos estaban escondidos / la lluvia jamás logró borrarlos /por eso pude descubrir la ruta, de mis primeros años//Y al llegar al vientre de mi madre/ Al oír latir su corazón pausado / Pude volver a sentir su infinito amor, emocionado/.
Ánimo, Miguel, ¡mucho ánimo!