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Columna

A propósito del informe de la ANH

“En cuanto al gas natural, las reservas probadas siguen en caída libre, nada que hacer. Cayeron 13%…”.

AMYLKAR D. ACOSTA M.

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Acaba de revelar la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) su informe anual sobre el Balance reservas/producción de los hidrocarburos, el cual era esperado con mucha expectativa, sobre todo después que desde el mes de diciembre del año anterior, por primera vez en 45 años, Colombia se viera precisado a importar gas natural para cubrir la demanda esencial, esto es, la requerida por las estaciones de compresión de la red de gasoductos, los usuarios residenciales y pequeños usuarios comerciales, el gas natural vehicular y las refinerías.

Analicemos el vientre de las cifras que nos trae este último reporte para desentrañarlas e interpretarlas desde la perspectiva de la dinámica de la actividad exploratoria de la industria, sus hallazgos, así como el comportamiento de las reservas, de su reposición y de la extracción de las mismas y su proyección hacia el futuro.

En materia de petróleo simplemente se detuvo la caída, pero las reservas probadas (pasaron de 2.020 millones de barriles a 2.035 millones) siguen sin levantar cabeza. Pasar de una relación R/P de 7.1 años a 7.2 años es casi imperceptible. Además, cabe advertir que si se produce menos duran más las reservas, que parece ser el caso (777.016 barriles/día en 2023 vs 772.7 barriles/día en 2024). En cuanto al gas natural, las reservas probadas siguen en caída libre, nada que hacer. Cayeron 13%, al pasar de 2.37 TPC a 6.1 y la relación R/P pasó de 6.1 años a solo 5.9 años. ¡Más preocupante aún!

Para tratar de dorar la píldora y maquillar las cifras, que no mienten, se le da mucha relevancia al dato de las reservas posibles y contingentes, cuando la verdad es que solo se puede contar con las reservas probadas. Como dice el adagio popular, más vale pájaro en mano que cien volando. La advertencia del contralor general, Carlos Hernán Rodríguez, es clara: la limitada incorporación de nuevas reservas conlleva un riesgo inminente, “al cabo de unos años se agotará esta opción y el país se verá abocado a importar permanentemente petróleo y gas”.

Cabe destacar que en el afán de justificar la absurda e inconveniente decisión de descartar la firma de nuevos contratos de exploración y de explotación de hidrocarburos, no obstante nuestras precarias reservas (en declinación) y la limitada producción, se concluye lo obvio de toda obviedad, que, en el caso del petróleo “entre el año 2018 y 2024 la incorporación de nuevas reservas por proyectos exploratorios fue del 2,8% (50 millones de barriles), mientras que la incorporación a partir de la gestión de volúmenes conocidos fue de 94% (1.693 millones de barriles). Esto muestra que resulta más eficiente gestionar sobre los volúmenes ya descubiertos, en los contratos vigentes”.

Y en el caso del gas natural, igualmente “la incorporación de nuevas reservas por proyectos exploratorios fue del 35% (201 GPC), mientras que la incorporación a partir de la gestión de volúmenes conocidos fue de 66% (385 GPC). Esto muestra que resulta más eficiente gestionar sobre los volúmenes ya descubiertos, en los contratos vigentes”. Esta treta es bien conocida: ¡cuando no puedas convencer, confunde!

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