En estas angustias en que vive el planeta, atentar contra el medio ambiente resulta aberrante y criminal. Quienes lo hacen están asistidos por la maldad, la sevicia y el salvajismo, y agregan el placer de causar daño y ensañarse con la muerte.
En el mundo mueren 12,6 millones de personas en el año a causa de la insalubridad del medio ambiente, una cifra monstruosa que debe llenarnos de tristeza y de impotencia, al saber que tantas personas están sacrificando sus vidas porque las condiciones que el planeta registra son deplorables y mortíferas.
Pero lo más triste de todo este episodio es que el Eln, en Colombia, mucho está aportando a esa horrible situación, pues tomó como bandera, desde luego, bandera criminal, atentar contra los oleoductos en Colombia, haciéndolos explotar cada vez que quiere una notoriedad o que pretende ejercer presiones sobre la industria petrolera con fines extorsivos.
En lo que va corrido del año lleva 19 explosiones, y eso ha significado derrames de petróleo que contaminan los ríos, provocan la extinción de la vida animal, privan del consumo de agua a las comunidades aledañas y destruyen la flora de todos sus alrededores, a la par que contaminan el aire y provocan toda clase de perturbaciones.
No ha sido suficiente que las comunidades se pronuncien, ni que las organizaciones ambientales nacionales e internacionales los condenen por sus actos delictivos, nada les importa, no solo continúan haciéndolo, sino incrementando su aberrante acción.
Toda esta situación apunta a que se tienen que diseñar con urgencia acciones que permitan detener esta horrible pesadilla; los grupos alzados en armas no pueden seguir imponiendo su ley, con las graves consecuencias que esa situación acarrea.
Bueno sería hacer un análisis en conjunto de todo lo que esto ha significado en vidas y en todos los factores que interfieren, para que el país entero sepa a ciencia cierta cual es el tremendo impacto de esta situación.
El Eln ha pretendido siempre manejar un discurso político, pero nunca lo podrá lograr cuando su sustento está en el crimen y, además, de una manera tan aberrante y descarada. Su acción nunca la podrán justificar los actores y protagonistas, y la humanidad jamás la podrá perdonar semejante atrocidad.
Quienes dirigen el Eln desconocen los avances de la humanidad, desechan abiertamente los derechos humanos, ignoran el significado del medio ambiente y creen firmemente en que el crimen es la única vía para cambiar el mundo.