La ciudad está en vísperas de contratar uno de los proyectos más ambiciosos de los últimos años: la remodelación de la Avenida Chile. Un majestuoso paseo peatonal y muelles de clase mundial prometen transformar el paisaje urbano, ofreciendo a propios y visitantes una experiencia inigualable junto al agua. Sin embargo, tras el entusiasmo inicial, surgen dudas que nos hacen preguntarnos si este sueño urbano está realmente blindado contra el desgaste del tiempo y la negligencia administrativa.
“Del ahogado, el sombrero”. La frase popular no podría ser más aplicable. Gratitud con la administración por tan oportuna iniciativa, pero con la historia de la Bocana y del drenaje de la Plaza de la Aduana, aún frescas en la memoria, es imposible no cuestionar si la Administración ha previsto lo necesario para evitar que este proyecto termine en el mismo destino: deterioro prematuro y abandono.
Luego de la entrada en operación de la Bocana de marea estabilizada donada por el Reino de los Países Bajos en 2004, el recordado promotor del proyecto, el ingeniero, exalcalde y exministro José Henrique Rizo Pombo ofreció, sin éxito, a varias administraciones posteriores encargarse del mantenimiento del sistema. Resultado: deterioro, destrucción y consecuente ineficacia de la bocana.
Siendo realistas, la clave está en asegurar el mantenimiento de las bombas, vitales para garantizar el funcionamiento de las infraestructuras. Se debería contemplar que al mismo tiempo se adjudique un contrato de mantenimiento del sistema por concesión, una medida que, en teoría, lo blindaría ante los vaivenes de futuras administraciones sospechosamente desinteresadas. Es la única solución para evitar que este y demás bienes urbanos queden obsoletos por falta de mantenimiento.
De no garantizarse este compromiso, podríamos ver una Avenida de Chile nuevecita y espectacular en sus primeros años, para luego convertirse en un paseo y calles inundadados y muelles intransitables por salida de operación de las bombas, donde caminar con botas pantaneras sería la única opción.
Así, el entusiasmo por este proyecto debe ir acompañado de un sentido crítico que impulse soluciones sostenibles, para que no caiga en las garras de administraciones futuras que le nieguen presupuesto de mantenimiento por apetitos burocráticos y contractuales. El hit de la actual administración al sacar adelante el proyecto quedaría como un sólido legado en generaciones venideras al tomar esta trascendental decisión, para el futuro de nuestra icónica Avenida Chile, borde de una de las bahías más hermosas del mundo. Porque una ciudad no solo se construye con grandes proyectos, sino con la voluntad de preservarlos en el tiempo.