El Código de Ur-Nammu, promulgado por el rey de Sumeria hacia el 2100 a. de C., se considera el código legal más antiguo. El Códice de Hamurabi, publicado cerca del 1750 a. de C., atribuido al rey de Babilonia, estableció principios fundamentales, como la ley del talión: “Ojo por ojo, diente por diente”, pero también la presunción de inocencia. Contiene el conjunto de leyes más antiguas y mejor conservadas, de impacto en la historia del derecho y para la organización social. Regulaba aspectos como el comercio, la familia, el derecho penal y los derechos de propiedad, estaba tan bien redactado que influyó en posteriores sistemas legales. Su inscripción en piedra y el hecho que se expusiera en lugares públicos, aseguraba que todos los ciudadanos conocieran las normas y las sanciones.
Colombia es una de las democracias con mayor tradición y solidez en América; nunca antes, en un periodo tan corto de su historia, habíamos presenciado un desbarajuste legal como el actual; con tanta pérdida de límites, como usurpación de poderes desde el Ejecutivo. Lo que podría ser un signo maligno, patognomónico, de la muerte de nuestra democracia.
Examinemos algunos escandalosos indicadores: en el caso de corrupción de la UNGRD, Olmedo López denunció violación de garantías procesales, después de que un juzgado rechazara un preacuerdo que implica a varios funcionarios y congresistas. La Fiscalía determinó que Sandra Ortiz no podrá negociar su principio de oportunidad. Ambos han manifestado sentirse silenciados por la justicia, a pesar de haber colaborado con información clave que parece no ser de “importancia” o como si la justicia tuviese el interés de ocultarla.
Los cambios, sin fundamento creíble, de fiscales asignados a los procesos de ‘Papá Pitufo’ y para el caso de Nicolasito tienden a dejar en la impunidad a los más significativos y escandalosos sumarios de corrupción. Asignación en cargos en el exterior a funcionarios del actual gobierno, al parecer, para alejarlos del alcance de la mano de la justicia. Declaraciones de altos funcionarios expresadas a viva voz sobre delitos que se deberían investigar de oficio no son tomadas en serio porque el autor estaba bajo los efectos de un fuerte café que sirven en Presidencia.
Uno de los signos más graves es que la fiscal actual y el anterior ministro de la Defensa estén pedidos en extradición desde otro país democrático. Casi muero de la risa siguiendo el circo del juicio al presidente Uribe, sorprendido ante la obstinación ciega y enfermiza de Iván Cepeda y su áulico Daniel Coronel.
Los ciudadanos esperamos que la última trinchera contra la corrupción y el actual desorden jurídico sea defendida desde el Consejo de Estado, así como por la Corte Penal y la Constitucional. Magistrados, salven ustedes la patria.
*Psiquiatra.

