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Columna

Una ley para las fundaciones

“El Círculo de Obreros representa una memoria viva de resistencia ética, formación obrera y compromiso con los vulnerables”.

Salvatore Basile Ferrara

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“Haz el bien y no mires a quién...”. Este es un proverbio que no estoy de acuerdo en seguir. Haz el bien y dile a todo el mundo..., este es mi modo.

Cuando hay que atender centenares de niños y adultos mayores, lo que hace la Fundación es pedir ayuda: ya mis amigos no me llaman al teléfono, porque saben que el sablazo no baja de los cien kilos que significan arroz para mil niños. ¡Solo en arroz invertimos millones!, y por eso, de acuerdo con la Fundación Corazón Contento, desde los Hijos de María, el Círculo de Obreros y Retorno a la Libertad queremos proponer una ley de la República para financiar las fundaciones que efectivamente están trabajando por el bien común.

Es que no hay derecho a que algunos políticos anden por el mundo con 1.000 o 2.000 millones de caja menor, y nosotros, que damos almuerzos y educación sin la ayuda del Estado, tenemos que hacer milagros gracias a una escuadra de donantes que nos acompaña.

Pero mi descubrimiento de hoy es el Círculo de Obreros, fundado en el siglo XIX y que representa uno de los primeros esfuerzos organizados en Colombia por dignificar la vida del trabajador y surgió en un contexto de profundas desigualdades económicas.

El Círculo nació como una propuesta ética y práctica a las condiciones precarias en las que vivía gran parte de la clase obrera urbana y rural, inspirada en la encíclica del papa Leon XIII (1891), ‘Rerum Novarum’ (De las cosas nuevas).

El movimiento impulsó la formación de comunidades obreras centradas en la solidaridad, la formación moral y técnica, y la promoción de la justicia social. Se trataba de construir una alternativa a la lucha de clases, sin negar la urgencia de las reformas laborales de mayor auge en su época.

Especialmente en las primeras décadas del siglo XX, el Círculo no solo sirvió como espacio de encuentro para los trabajadores, sino que impulsó escuelas nocturnas, cooperativas de ahorro, cajas de socorro y actividades culturales. Estas iniciativas promovieron la educación de los obreros y sus familias; ayudaron a crear tejido social comunitario, ofreciéndoles diversas herramientas. La Iglesia Católica jugó papel fundamental en su consolidación con sacerdotes y laicos comprometidos con la doctrina social de la Iglesia.

Hoy el legado del Círculo de Obreros representa una memoria viva de resistencia ética, formación obrera y compromiso con los más vulnerables. Su historia es también un testimonio de cómo la fe puede traducirse en acción transformadora, y de cómo la dignidad del trabajo debe seguir siendo pilar esencial en la construcción de una sociedad más justa.

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