Si el hombre es la medida de todas las cosas como dice Protágoras, me pregunto por el pensamiento individual de aquellos que nos gobiernan, los que nos acosan, los que nos arrinconan y se empoderan de todo cuánto existe en el entorno, para convertirnos en títeres a su antojo y voluntad, entonces ¿dónde cabe la frase en el colectivo, la comunidad, el pueblo? Ronda por mi cabeza la carga relativista de esta frase.
Ahora el ser humano será la medida, la norma a partir de la cual serán consideradas las cosas. Quizá esa sea la inentendible razón de los ególatras y egocéntricos cargados de deseos insaciables con ímpetu de grandeza, delirantes, impenetrables, mostrándonos una aparente nobleza en sus discursos y en sus miradas de corderos degollados, haciéndonos creer que su verborrea es real y que lo único que se persigue es el bien común a través de ‘su medida’, puesto que la verdadera frase reza: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las (cosas) que son en cuánto que son y de las (cosas) que no son en cuanto que no son”. En este sentido, para Platón el sentido de la frase se podría explicar de la siguiente manera: tal me parece a mí una cosa, tal es para mí, tal te parece a ti, tal es para ti. Nuestras percepciones, en suma, son relativas a nosotros, a lo que a nosotros nos parece. Y aquello que conocemos como “propiedades de los objetos” son en realidad relaciones que se establecen entre los sujetos y los objetos. Por ejemplo: una sopa puede estar demasiado caliente Pepe, mientras que para mí está en su punto. “¿La sopa está muy caliente?”, obtendría dos respuestas diferentes por parte de dos sujetos distintos.
Por esta razón, Aristóteles interpretaba que lo que en realidad quería decir Protágoras era que todas las cosas son tales como a cada uno le parecen. Nada de esto sería descabellado acogiéndonos a “cada cuál es libre de pensar y hacer lo que se le venga en gana”, habría entonces bastantes cuestiones a tener en cuenta. En primer lugar, la perspectiva varía si nos referimos a un sujeto individual o si el sujeto es un Estado. Un ejemplo simple: puedo desear comerme un mote de queso y es lícito que lo haga si nadie más tiene que comerlo.
Colombia vive a diario un desvarío y una tergiversación del Estado social de derecho, porque en cada uno de sus gobernantes a cualquier nivel, el lenguaje se usa con plena intencionalidad de crear una realidad u otra, y es eficaz porque uno de sus usos es políticamente correcto y otro suele ser considerado como execrable.
Democráticamente hablando, me cuesta entender el término democracia en un sistema jurídico que garantiza la convivencia entre los ciudadanos y en la actualidad se está generando odio y ruptura y los hombres sin medida son la medida de todas las cosas. Carga antropocéntrica de los que siguen pensando que somos cosas.