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Columna

Testimonios de valor

“Solo fue ver las miradas y las expresiones de gratitud de eso líderes populares ‘descubiertos’ por los estudiantes en su asignatura, para...”.

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

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Tuve la oportunidad de estar hace unos días en la presentación de unos trabajos de estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Tecnológica de Bolívar, en un proyecto que recogía el ejercicio de varias asignaturas, al cual le dieron el nombre de ‘Historias de vida’. El enfoque desde la dirección de programa y por supuesto de los docentes, fue el de buscar al otro lado, en esa otra ciudad enorme, pero desconocida, esas historias de vida que vale la pena indagar, reconocer y destacar. Historia que son realmente testimonios de valor, en un medio que no se valora a nadie.

Ese desconocimiento, ese invisibilizar a los otros que cargamos como un lastre desde la Colonia, responde a múltiples formas de exclusión, una de ellas y que se nos ocurre la más letal, es el minimizar, el subvalorar lo que la gente hace, el negar los esfuerzos que hay detrás de pequeños proyectos, del aporte que esos líderes anónimos hacen de su propio tiempo, recursos y esfuerzos, para apoyar lo que parecieran simples acciones, por tratar de construir futuros a niños y niñas, comportamientos que se manifiestan en los mismos sectores populares, con expresiones como el ‘ninguneo’, el ‘bembeo’, así como la desconfianza y la sospecha de que siempre, detrás del esfuerzo de esos gestores, hay algún afán de lucro o de sacar una tajada de lo que hacen para su propio beneficio y aún de afirmar que detrás de ellos siempre hay algún fin politiquero.

Se nos ocurre que el mensaje del Programa de Comunicación Social de la UTB es trascendental en cuanto a que los estudiantes descubren, muchas veces dentro de su propio contexto, a personas, procesos y resultados excelentes en la construcción de ciudadanía, de confianza pública y de tejido y cohesión social, de futuro para muchos infantes y adolescentes, lo que en otras circunstancias nunca los verían ni valorarían en su real dimensión. El capital social de una comunidad o de una ciudad, no radica tanto en la infraestructura, ni en el equipamiento, como en la capacidad de movilizarse para apoyar acciones que puede que no tengan grandes motivaciones, pero que, sin lugar a dudas, como lo vemos casi todos los días, tiene enormes impactos en darle sentido a la vida de niños y niñas.

La importancia de estos enfoques en programas académicos es que los estudiantes van haciendo real esa idea de tener una mirada puesta en la globalidad, pero los pies asentados en su propio medio, en su cultura y en la sociedad a la cual responden. Esto debe ser una labor a masificar, a fortalecer, ojalá en todos los programas universitarios. Solo fue ver las miradas y las expresiones de gratitud de eso líderes populares ‘descubiertos’ por los estudiantes en su asignatura, para comprender tanto el valor de lo que ellos hacen, como la confianza de estos en saber que sí tiene sentido sus esfuerzos y que hay personas que reconocen y destacan su labor.

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