comscore
Columna

El privilegio de tener abuelos

“Cuando no estemos seguros de si vamos a hacer una tontería, deberíamos acudir confiados a los abuelos y pedir su opinión...”.

Gonzalo J. García

Compartir

Debería ser ley de vida, ley natural, el derecho a disfrutar de los abuelos. Sin fecha de caducidad. Sabemos que muchas personas, por causa de la muerte, no tienen la oportunidad de experimentar el privilegio de ser nietos. No solo eso, también sucede la grave realidad de no conocer a los padres —en casos de muerte o renuncia— sustituidos entonces por los abuelos. También están los abuelos adoptivos, seres maravillosos que, sin ser abuelos biológicos, por pura ilusión y dedicación altruista y voluntaria se sienten llamados a la crianza de un extraño o un familiar. Pero si la fantasía se hiciera realidad y existiera un mundo donde todos los abuelos llegaran a conocer a sus nietos y tuvieran la ocasión de fortalecer la familia mientras participan en su crianza, estoy seguro de que sería un mundo mejor.

En varios países existe el Día de los Abuelos, pero cada familia debería estipular su propio día de los abuelos, según sus costumbres personales; ¿y por qué no dos días al año? Hay que aclarar que existen casos en que los padres sobrecargan a los abuelos o trasladan obligaciones que no les corresponden, pero sin duda los más beneficiados son los nietos.

Contar con los abuelos no es un derecho de los hijos ni lo nietos, el derecho del ejercicio de esta cualidad pertenece al abuelo.

La más genuina conexión con el pasado generacional, familiar y cultural que pueden establecer los nietos sucede cuando existe entre ellos y sus abuelos una cercanía, principalmente hoy que es evidente la acelerada pérdida de valores morales y culturales y que algunos consideran anticuados. Solo en este caso se formula como una de las tantas columnas y escenarios favorables en que la crianza de la familia debe fundarse. También, cuando existe esta sólida interacción son los nietos, es una de las primeras fuentes de contacto de los abuelos con la tecnología. Maravilloso ejemplo de simbiosis intergeneracional. Ni qué decir de los nietos que reciben apoyo económico cuando los padres por cualquier motivo no son una fuente financiera sólida, cosa que merece un capítulo aparte.

Cuando no estemos seguros de si vamos a hacer una tontería, deberíamos acudir confiados a los abuelos y pedir su opinión. Si ya no están en este mundo, hacer volar la imaginación y dialogar con ellos, como si estuvieran vivos, quizá nos sorprendamos y recibamos el mejor de todos los consejos. Podrán existir muchísimas formas de experimentar la felicidad, pero existe particularmente una, sino la más pura, una de las más dulces y es la «nieticidad», esa etapa de la infancia en la que los abuelos nos hacen de la vida una cómplice dulzura y no olvidar la «abuelicidad», esta otra forma de felicidad que solo saben sentir los que reciben la noticia de su nueva etapa de vida.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News