El título de mi columna es tomado de una canción del “Cantador de historias”, Rubén Blades, uno de los mejores compositores de música salsa, con poéticas reflexiones sobre la vida y sus consecuencias, sus enseñanzas, porque la vida nos ofrece muchísimas lecciones, algunas con sangre aprendidas, otras, con sufrimiento por los éxitos y los logros o fracasos, la alegría y el dolor, pero todas nos invitan a reflexionar con una pregunta aún sin respuesta del porqué vivimos en un país así de violento, ambiguo por naturaleza, pero de gente fascinante, alegre, hogares de diversas culturas, indígenas y raizales, de carnavales y música, con la ciudad colonial más hermosa del mundo y un país con miles de delitos impunes y graves secuestros diarios, parecidos al del niño Lyan Hortúa, quien fue secuestrado en el municipio de Jamundí y liberado por disidencias de la guerrilla de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Igual que Blades, todos los colombianos hemos sido “ingenuos Cantadores de Historias” y seguimos así desde hace más de 70 años; se deduce de la reciente historia de un secuestro y de las declaraciones de familiares del niño Lyan, quienes aseguraron en los medios que la liberación de este es producto del pago de una suma de dinero a los secuestradores y no como inicialmente algunos afirmaron que había sido el resultado de las acciones de rescate de la Fuerza Pública y de las Autoridades oficiales. Seguimos siendo la misma sociedad hostil de finales del siglo XX.
“Un balance presentado por la fundación País Libre en días pasados, elaborado con base en informaciones de instituciones de seguridad del Estado, concluyó que durante el año 2000 fueron secuestradas en Colombia 3.076 personas”, eso afirmó El Tiempo. Hoy seguimos viviendo este y otros flagelos, y plácidamente no reaccionamos ante nada, ni siquiera frente al secuestro extorsivo con fines económicos, agravado por ser Lyan menor de edad.
¿En qué nos hemos convertido?
¿Vivimos realmente en un país hostil? ¿Cuántas personas secuestradas no denunciadas hay en Colombia? “Maestra vida”, con tu talento y experiencia, instrúyenos.
Mi columna es una denuncia social, forma utilizada primero desde las épocas del gran Cicerón criticando la corrupción, la violencia y el abuso de poder en la República Romana, y luego por el panameño Blades en su salsa ópera, Maestra Vida, para referirse a la historia como una maestra que nos enseña sobre nuestros errores y aciertos y sobre cómo actuar en el futuro para salvar un país como Colombia. En palabras del filósofo Santayana: “Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, porque si no nos importa que algunos políticos mientan, roben, o hagan pactos oscuros, entonces aquí la democracia está realmente en peligro.