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Columna

Te invito a soñar

“Cómo será el problema en Cartagena, que es la única en el mundo que se da el lujo de llamar ‘caños’ a nuestros canales navegables…”.

Jorge Rumié

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Una de las grandes ventajas que tiene Cartagena sobre el resto de las ciudades capitales del país es que se presta —en toda su dimensión económica, social, cultural, histórica y geográfica— para soñarla con todas las ideas y propuestas que podamos imaginar.

Por ejemplo, estimado lector, quienes siguen mis escritos desde hace muchos años saben de memoria mi obsesiva ilusión de ver terminado el famoso Proyecto Integral de Canales y Lagunas de la ciudad, el mismo que nos permitiría vernos como la Venecia o Ámsterdam de Latinoamérica (por mencionar solamente a dos ciudades famosas por sus canales). Es curioso, pero los latinoamericanos hemos sido brutal y obsesivamente negados a la construcción o aprovechamiento de ciudades con canales navegables (¡Que viva el subdesarrollo!), a diferencia de Europa y Asia, donde la lista es extensa. Cómo será el problema en Cartagena, que es la única en el mundo que se da el lujo de llamar “caños” a nuestros canales navegables. Afortunadamente, hoy tenemos un alcalde que, en su Plan de Desarrollo, dejó plasmada la importancia del “agua” en el devenir de nuestro progreso. Enhorabuena. Quienes conocen la historia de Cartagena saben que, sin bahías (incluyo a Barbacoas), ciénagas, lagunas, islas y canales, seríamos un pueblo más del Caribe colombiano sin puertos, murallas, fortificaciones, casco histórico, zona industrial, turismo, centro logístico… en fin.

Pero ese no era mi tema y me disculpo por desviarme. Mi escrito iba más hacia la idea de proponer la construcción –bien sea por el sector público o privado– de un parque-museo con una réplica exacta del galeón San José, donde los visitantes puedan subir y recorrer la embarcación con la imitación de sus tesoros, cañones, mobiliario y equipos de navegación de la época. Es tal la publicidad internacional que ha tenido el galeón y el monto abismal de sus tesoros (estimado en mínimo 4.000 millones de dólares de hoy), que su éxito estaría garantizado y nos ganaríamos una nueva visita obligada de locales y foráneos a la altura del castillo San Felipe, islas del Rosario, entre otras.

¿Posibles lugares donde ubicarlo? Acá lo mandatorio es tenerlo en el agua. Aunque se me vienen muchos lugares a la cabeza, tenerlo localizado al lado del castillo San Fernando de Bocachica podría recuperar las visitas y el esplendor que alguna vez tuvo dicho lugar en los años setenta y ochenta. Claro está, cuidando de no convertirlo nuevamente en el “Bazurto” que alguna vez alejó a todo el mundo.

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