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Columna

Juan de Castilla: nuestro verdadero embajador en San Isidro

Estas cosas sencillas, fugaces y pequeñas, en apariencia, son las que nos hacen sentir orgullosos de ser colombianos, y las que reafirman nuestros valores como sociedad.

LUIS EDUARDO BROCHET PINEDA

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Juan Pablo Correa Sánchez, un paisa aguerrido nacido hace treinta años en el barrio Castilla de Medellín, Juan de Castilla, como reza su nombre artístico, es la figura taurina amable y rescatable de nuestro país en Europa por estas temporadas 2024 y 2025.

Los que hemos tenido la oportunidad y el tiempo para poder desplazarnos a España y/o Francia en esta primavera para asistir a la feria taurina de San Isidro en Madrid, España, o la de Vic Fezensac, Francia, acompañamos con mucha ilusión patriótica al torero colombiano, este martes 27 de mayo, en la primera plaza de toros del mundo, Las Ventas de Madrid.

Vivenciamos y compartimos un cartel muy apetecido por los taurinos españoles, dónde nuestro paisano alternó con los matadores Fernando Robleño y Damián Castaño, verdaderos toreros de Madrid, con toros de una dura y emblemática ganadería: el hierro de Dolores Aguirre, un encaste “Atanasio” muy reconocido entre la entendida y exigente afición madrileña.

Antes de esa tarde, asistimos a la Sala Bienvenida en la plaza de Las Ventas de Madrid, donde diestros y figuras de primerísimo nivel de todo el mundo taurino, dedicaron un tiempo para firmar obras pictóricas, elaboradas por ellos mismos, para contribuir con toreros colombianos retirados pertenecientes a la tercera edad, en situación de necesidad, para apoyar la creación de dos comedores – Uno en Bogotá y otro en Ibagué- con la noble misión de echar una mano a todo torero colombiano adulto mayor, en estado de indigencia o desprotección que requiera de esa ayuda solidaria. Nos pareció una causa maravillosa, pero también, una muestra infame de la desidia y olvido en que el gobierno colombiano, históricamente, pero reafirmado en el actual petrismo “progresista”, ha situado –y condenado con la futura ley prohibicionista- a los profesionales de la tauromaquia colombiana, incluidas sus otroras glorias y grandes figuras, al perenne ostracismo y vergonzante olvido.

La actuación de nuestro matador Juan de Castilla fue extraordinaria; de mucho valor y entrega, dando una merecida vuelta al ruedo llevando consigo una cornada de 15 centímetros que le propició el primer toro de su lote y desgarro para puntos, en sus partes nobles. Al segundo que cerraba plaza lo recibió a Portagayola (de rodillas frente al toril a la salida del toro al ruedo), aguantando un parón escalofriante que hizo que toda la plaza retuviera el aliento por segundos interminables.

Bajo unos tendidos prácticamente llenos, con banderas de nuestro país por toda la plaza, y el grito de ¡Viva Colombia!, que resonaban por los cuatro rincones al unísono, la afición madrileña despidió a nuestro valiente matador con un aplauso cerrado de respeto, admiración y reconocimiento, luego de pasar por la Enfermería y tener engrapadas las heridas con anestesia local.

Estas cosas sencillas, fugaces y pequeñas, en apariencia, son las que nos hacen sentir orgullosos de ser colombianos, y las que reafirman nuestros valores como sociedad y como personas correctas y de bien; muy alejadas de la oscura imagen internacional a la que este gobierno espurio nos intenta someter.

*Economista-Abogado, presidente de la peña taurina EL CLARÍN, Cartagena.

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