Es imperioso que en el alto Gobierno se pregunten qué es lo que vienen haciendo mal para que de forma tan seguida se ponga de manifiesto, o por personas cercanas al círculo presidencial o en proyectos o asuntos del más alto significado programático, tantas incoherencias ideológicas.
El progresismo global esgrime como estandartes de su base teórica las luchas contra la corrupción, por el medio ambiente, por las causas identitarias o étnicas, culturales y deportivas, entre otras, de las cuales los hechos parecen contradecir la armonía entre el discurso y las acciones. Como ejemplo, baste mencionar casos sucedidos las últimas semanas.
Tal vez, el más sonado es el señalamiento expreso que la vicepresidenta Francia Márquez Mina hizo contra la supuesta alegación de protección de la igualdad étnica y de género, con la contundente frase “Este es un gobierno que practica el racismo y el patriarcado”, la cual se acompasa con las críticas lanzadas en torno de la moralidad de la gestión estatal en este cuatrienio en el primer consejo de ministros televisado; o con su afirmación, que aunque llegó con sueños y esperanzas de progresismo, se encontró con políticas y comportamientos estructurales de opresión.
En sentido similar con lo relativo al medio ambiente, pues el país se ha enterado de que todo lo que se había avanzado en la batalla contra la deforestación comenzó a revertirse en 2024, conforme con lo informado por la plataforma Global Forest Watch, del World Resources Institute, que advierte que en 2024 la pérdida de bosques primarios en el país creció casi 50% en relación con 2023, siendo aún más grave la pérdida de bosques primarios, que pasaron de 66.121 hectáreas en 2023 a 98.220 ha en 2024, lo que representa un incremento del 48,55%, una trágica pérdida en ecosistemas vírgenes e irrecuperables, principalmente atribuible a fracasos en las negociaciones de paz, el avance de la minería ilegal y la producción de coca, todas responsabilidades a cargo del Estado.
Lo anterior significa que se controla el ambiente sólo a quienes no lo dañan, lo que explica por qué se paraliza un proyecto ambiental serio como el de recuperación del Canal del Dique, y se abandona a su mala suerte a la Amazonía y demás áreas protegidas en manos de los ilegales.
Y el último ejemplo es en materia de apoyo a los jóvenes y el deporte, después de conocer las declaraciones de Santiago Arcila, quien acaba de realizar la mejor actuación de la arquería en los Juegos Olímpicos, afirmando a El Colombiano la frustración vivida este año con el tema de los apoyos para la preparación y el ciclo olímpico, anotando que “... cuando un país no va bien, eso también se ve reflejado en los resultados deportivos...”.
Queda probado que no basta la palabra para que la idea se convierta en realidad. Sin planificación y ejecución eficaces, lo que queda después de la admiración por el discurso es la decepción.