Muchos años tuvieron que pasar para entender lo importante que es vivir cada día como si fuera el último de tu vida. Como madre, ejecutiva, hija y esposa, los días no me alcanzaban para realizar las mil actividades que tenía que hacer. Quería comerme el mundo y al mismo tiempo el mundo me estaba consumiendo, actuaba como un tren sin freno, pero no sabía de qué otra manera podía cumplirles a todos quienes me rodeaban y querer seguir siendo exitosa. No recuerdo disfrutar mucho de las cosas sencillas y mundanas de la vida, mi mente siempre estaba ocupada pensando en el mañana, en cuando mis hijos se graduaran del colegio, en las ocupaciones o nuevos retos de mi trabajo, en mi desarrollo profesional, en fin, tantos temas, que sentía que la vida se me iba a acabar antes de tiempo. Pero la vida misma me puso ese freno que me hizo hacer un alto.
Por un suceso insólito estuve recluida durante dos años en un hospital mental. Levantarme y tratar de buscar qué hacer diariamente entre cuatro paredes requería de mí un esfuerzo mental retador, especialmente porque no sabía cuánto tiempo iba a estar encerrada. Pensar en el mañana, en qué podía suceder, era ponerle más estrés y ansiedad a la situación.
Una vez me devolvieron la libertad, puse en práctica lo que obligadamente me enseñó el encierro, vivir cada día sin pensar qué va a pasar mañana. Lo que me hace recordar el libro que hace muchos años leí, El poder del ahora, de Eckhart Toll, pero que solo hasta que toqué fondo y viví lo que viví pude ponerlo en práctica. El principal mensaje de Toll es que el momento presente es todo lo que tienes, solo tienes la opción de actuar y vivir el ahora. Es una práctica fascinante, la cual me ha hecho sentirme más feliz, me he liberado del yugo que sentía querer resolver asuntos que aún no habían ocurrido. Pareciera una frase de cajón, pero en verdad vale toda la pena practicarlo diariamente; no te va a llevar a ser irresponsable o descuidado, solo que vas a rendirte a lo que pasa hoy, lo cual te libera del estrés mental y emocional que causa estar pensando en un futuro incierto. En un mundo cada vez más acelerado, El poder del ahora ofrece una invitación a la calma y la presencia. En estos tiempos de incertidumbre política, social y económica en que vivimos, se hace necesario practicarlo, de lo contrario viviremos en constante zozobra, como vemos que les sucede a muchos conciudadanos que cada día expresan sus angustias y preocupaciones por lo que pasa en Colombia. Somos un país inestable, cualquier cosa nos puede suceder y que cambie el curso de nuestras vidas, pero mientras eso ocurra, tenemos que vivir y disfrutar de las pequeñas o grandes cosas que nos brinda la vida para ser felices, sonreír por pequeñeces y vivir plenamente el presente.