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Columna

Crespo y Bayunca: las alas de Cartagena

“Estos proyectos, lejos de ser independientes, están intrínsecamente conectados y juntos tienen el potencial...”.

Juan Camilo Oliveros Calderón

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Los aeropuertos de Crespo y Bayunca son dos caras de una misma moneda: la generación de miles de empleos y la transformación de la ciudad en un nodo logístico aéreo, marítimo y terrestre.

Cartagena de Indias se ha consolidado como un epicentro turístico y motor económico para Colombia y el Caribe. Este liderazgo conlleva también una presión creciente y urgente sobre nuestra infraestructura aeroportuaria. El Aeropuerto Internacional Rafael Núñez, que en 2024 movilizó a más de 7,5 millones de pasajeros, opera hoy muy por encima de su capacidad diseñada originalmente para 5.5 millones anuales. Esta realidad, si bien es un claro indicador de nuestro atractivo y dinamismo, nos impone el deber de actuar con visión estratégica y celeridad para no estrangular nuestro propio crecimiento y asegurar un futuro próspero para la ciudad.

Es en este contexto donde emerge una planificación aeroportuaria integral que contempla dos fases cruciales y convergentes: la impostergable modernización del Rafael Núñez y la construcción de un nuevo aeropuerto en Bayunca. Estos proyectos, lejos de ser independientes, están intrínsecamente conectados y juntos tienen el potencial de consolidar a Cartagena como un hub multimodal de talla mundial. Resulta imperativo comprender esta conexión directa: para que el ambicioso proyecto del nuevo aeropuerto en Bayunca, con una capacidad inicial proyectada para atender a 17 millones de pasajeros hacia 2034, se materialice exitosamente, necesitamos que el Rafael Núñez no solo gestione con eficiencia su demanda actual, sino que la incremente de forma sostenida y demostrable.

El proyecto de la Ciudadela Aeroportuaria Cartagena de Indias en Bayunca avanza en su estructuración, previéndose su adjudicación para 2026 y el inicio de su operación en 2034. Con una inversión estimada de 4,5 billones de pesos, este complejo contará con un área de 884 hectáreas, y estará dotado de una pista de 3.100 metros y una terminal cuatro veces más grande que la actual. Sin embargo, su concreción requiere de la expansión del Rafael Núñez como pieza clave para atraer nuevas aerolíneas, aumentar las frecuencias de vuelos existentes y, de manera crucial, elevar drásticamente la calidad del servicio mediante la adición de más muelles de abordaje y la optimización integral de los espacios para el pasajero.

Por ello, desde el Consejo Gremial de Bolívar subrayamos con vehemencia que no estamos ante proyectos aislados, sino ante fases interdependientes y sinérgicas de una misma estrategia de desarrollo regional. Hacemos llamado respetuoso al señor Alcalde y a la administración distrital a facilitar y seguir protegiendo ambos proyectos.

Cualquier traba, demora, reconsideración o ataque que afecte la ampliación del Rafael Núñez no solo compromete la calidad del servicio y la imagen de la ciudad hoy, sino que pone en un riesgo directo e innecesario la concreción del nuevo aeropuerto.

*Director ejecutivo del Consejo Gremial de Bolívar.

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