En 1810, el pueblo amotinado gritaba ¡Cabildo abierto!, azuzado por un autoproclamado tribuno que lo amenazaba con cadenas si perdía ese “momento de efervescencia y calor”; que lo perdió, pues la independencia se quedó en “Grito”, la primera patria fue “boba” y la reconquista sangrienta, hasta la gesta libertadora de 1819.

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Adolfo BaltarHoy el azuzador es el presidente, el objetivo es desconocer a los legítimos representantes del pueblo y un pilar de la democracia: el poder legislativo; y la amenaza es otro estallido social, la huelga general que el ministro del Interior confunde con “manifestación”. Hoy no es el pueblo el que grita: ¡Cabildo abierto! ..., es el Gobierno.
En medio de acusaciones, insultos y amenazas, en su alocución tras el hundimiento de la consulta, el presidente convoca otra vez al pueblo a la protesta callejera que se inicia pacífica y acaba violenta, garantizando la inacción de la Fuerza Pública por orden de su comandante.
Con la presión en las calles, también busca que los municipios se declaren en Cabildo Abierto y se pronuncien sobre la consulta popular y cualquier propuesta del movimiento popular, que él, simplemente…, obedecerá.
Esa respuesta popular será tranquila y alegre, algo que no puede garantizar, pues lleva tres años sembrando odio entre los colombianos, en un tono de hostilidad presidencial que igual hace imposible el Acuerdo Nacional que pregona y a la vez destruye.
Ahora bien, se equivoca el presidente en pensar que “el pueblo” son solo las mingas, cabildos, sindicatos y “organizaciones sociales” que son auditorio de sus discursos de odio y objeto de su generosidad presupuestal. Olvida que hay mucho más pueblo y que él es el presidente de todos los colombianos.
Se equivoca al creer que un tumulto cualquier día y en cualquier esquina puede declararse en Cabildo Abierto. Hasta el de 1810 necesitó aprobación del virrey Amar y Borbón. El Cabildo Abierto, único mecanismo de participación ciudadana en corporaciones públicas, está reglamentado en la Ley 1757 de 2015, que establece, entre otras cosas, que debe ser solicitado a la corporación respectiva (Asamblea, Concejo, JAL) por el 5 x mil del censo electoral y que los intervinientes deben inscribirse previamente.
Y lo más importante, al presidente y al ministro del Interior se les olvida que en cabildo abierto solo se consideran temas que los residentes soliciten, “siempre y cuando sean de competencia de la respectiva corporación”. Es claro que una reforma laboral que afecta a todos los colombianos no es competencia de una Asamblea, un Concejo o una JAL.
Las leyes son para cumplirlas, pero… hay que leerlas primero, a menos que se pretenda encender la mecha de una confrontación violenta.