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Columna

Día del Maestro

“Un maestro no solo da su curso, se preocupa por sus alumnos y se compromete con ellos, ya que entiende que es la mejor...”.

Mario Ramos Vélez

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El 15 de mayo de 1950 fue proclamado San Juan Bautista de La Salle, pedagogo francés, quien consagró su vida a formar maestros destinados a la educación de hijos de artesanos y de niños pobres de la época, como patrono de los educadores por parte del Papa Pío XII, por lo que ese mismo año, la Presidencia de la República declaró a esta fecha como el Día del Maestro en Colombia y así honrar la labor de los catedráticos y profesores.

¿Qué es ser maestro y su compromiso con la educación? Pitágoras, filósofo y matemático griego, definió la educación como, “Templar el alma para las dificultades de la vida”. Kant, pensador de la Europa moderna, como “un arte cuya pretensión central es la búsqueda de la perfección humana”.

La educación está centrada en el ser y es “el proceso de socialización de los individuos”. Al educarse, una persona asimila y adquiere conocimientos y competencias, aprende valores con el ejemplo y crece intelectualmente.

En el lenguaje cotidiano, ser profesor o maestro no es exactamente igual. Un profesor da un curso y luego generalmente se va a su casa. Un maestro no solo da su curso, se preocupa por sus alumnos y se compromete con ellos, porque entiende que es la mejor manera de asegurarles un mundo mejor y tener una mejor sociedad con las próximas generaciones.

Educar es una responsabilidad social muy importante y no puede ser tomada a la ligera. La frase ‘La educación empieza en el hogar’ resalta la importancia de la familia como primer compromiso educativo de un niño para su desarrollo personal y su formación integral; pero si hay deficiencias en el entorno familiar, la función del verdadero maestro se multiplica y es ahí que la escuela cubre el vacío de la formación en valores, normas y comportamiento, y el docente se convierte en verdadero maestro, como debe ser, no solo en un transmisor de conocimientos, también en un educador que debe lidiar con aspectos que tradicionalmente eran responsabilidad de la familia. Recordemos que los jóvenes usualmente confían más en sus maestros que en sus padres y se hace necesario caer en cuenta sobre la importancia de asumir mayor responsabilidad social para con sus estudiantes. Un educador debe ser competente (saber, saber hacer y saber ser), tener liderazgo, motivación y sicología, capacidad y compromiso, más la relación personal que debe desarrollar con sus estudiantes. Ninguna persona aprende apropiadamente de alguien en quien no confía. Un buen educador está preparado para detectar problemas de aprendizaje, desempeño, comunicación o conducta en sus estudiantes sin evadir su responsabilidad ante esto.

Tan romántico como pueda sonar, independiente de sus capacidades y competencia en el área disciplinar que domina, un maestro siempre deja una marca en cada salón de clases que pisa y en cada alma que toca. Un abrazo a todos los maestros.

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