A cosa difícil a la que me enfrento: escribir sobre mi reciente experiencia de viaje, al visitar Fátima, el lugar en Portugal en donde se afirma que se apareció varias veces la Virgen María hace 100 años frente a tres niños pastores. La verdad es que fue muy conmovedor conocer las imponentes iglesias, plazas y monumentos erigidos en el lugar, y observar el tremendo fervor de los feligreses. Soy creyente y seguidor de Cristo y sus enseñanzas, pero no practicante regular de ritos. Sin embargo, algo me impulsa a narrar mi particular punto de vista sobre el acontecimiento.
Crecí en hogar y colegios católicos, por lo que, por mi edad, ya solo me falta un sacramento: el de la extrema unción. Pero nunca adquirí el hábito de ir a misa regularmente, ni de confesarme, ni de comulgar. Me bautizaron y me confirmaron inconsciente, pero sí me casé totalmente consciente, y feliz.
Del credo puedo decir que creo en Dios, creo en Jesús y la doctrina cristiana, creo en la Iglesia como guardiana del evangelio, como educadora y promotora de la caridad y la misericordia, y creo en la virgen como madre de Jesús. Creo que en verdad ellos están vivos en alguna parte, igual que muchas personas no tan ascendidas, y creo que ellos están acompañando a la humanidad desde otras dimensiones y planos de existencia, en su progreso y evolución.
Ahora, sobre las apariciones de la Virgen, se que la iglesia solo ha aceptado oficialmente algunas de ellas, de las centenares que ha habido alrededor del mundo. Igual, si de apariciones se trata, las escrituras sagradas narran cómo otros personajes como Adán, Moisés, patriarcas y profetas, después de muertos se aparecieron a personas en diversas circunstacias de tiempo y lugar. A su vez, hay historias en la literatura, de personas que han recibido visitas de antepasados, como también hay testimonios de las que han tenido experiencias cercanas a la muerte, y han regresado y contado sobre encuentros con familiares y amigos fallecidos.
Por todo lo anterior, la razón me permite decir que sí creo que la virgen se apareció en Fátima, demostrando que está viva y trayendo mensajes de aliento y de advenimientos malos y buenos a la humanidad. De alguna forma ella bajó del “cielo”, habló con los pastorcitos, y con las mismas se fue.
A todas estas, es interesante haber observado hace unas semanas en mis estudios, precisamente cavilando sobre las apariciones, que sea el mismo Arcángel Gabriel el que se le apareció a la Virgen para anunciarle el nacimiento de Jesús, quien se le apareció a Mahoma, el profeta del islam, para dictarle el Corán. ¿Será que está cerca un mayor acercamiento de las religiones abrahámicas, valga la redundancia, tal como lo venía impulsando el benemérito, qepd, papa Francisco?