Desde el siglo XVIII se conocía como ‘dandy’ a ciertos sujetos de clase media en Europa, cuyo estilo de vida giraba en torno la moda, el lujo, la buena mesa y la cultura. Esto coincide con la aparición de los ‘esclavos de lujo’ instruidos en las buenas maneras, el comportamiento exquisito y una actitud de elegancia y distinción, donde la ropa y su moda emergían como un aspecto esencial.
Ejemplo de la ‘dandificación’ en sectores distintos a la élite fue Julius Soubise, maestro de esgrima, poeta y actor; era propiedad de la duquesa de Queensbury. Julius Soubise aparecía en lugares de la alta sociedad londinense vistiendo “zapatos con hebillas de diamantes rojos de tacón y pantalones glúteo - skimming”. Con la Ilustración los amos vistieron de elegancia a sus esclavos y sirvientes negros como un signo de distinción y, de esa forma, emergió la práctica de ‘los esclavos de lujo’. Algo similar ocurrió en Cartagena con los bailes de cabildo de negros, donde se practicó la exhibición de ropas y alhajas de las amas blancas en los cuerpos de las esclavas negras y mulatas.
El estilo ‘dandy’ repercutió en Harlem, barrio del Alto Manhattan (Nueva York), y fue adoptado por músicos negros de Jazz, dando lugar al Zoot Suit, una moda que los especialistas han rastreado desde fines del siglo XIX hasta los años 30 del siglo XX. El Zoot Suit es manifestación del ‘renacimiento negro’: movimiento cultural urbano de reivindicación política y cuyos miembros valoraban el arte, la literatura, la música y el refinamiento de las costumbres.
El Zoot Suit en México se tradujo el estilo del Pachuco, cuyo representante más destacado es el actor y comediante Germán Valdéz ‘Tin-Tan’. El cine mexicano en su época de oro difundió el estilo Pachuco, que formó parte sustancial de la cultura barrial en Ciudad de México, Los Ángeles y en las comunidades mexicanas del sur de Estados Unidos.
En Colombia, Luis Carlos Meyer Castandent -El Negro Meyer- representó una imagen de elegancia y sofisticación al promover canciones como ‘Mi gallo tuerto’ y ‘Micaela’. Es en las postales, carátulas de los discos y revistas, pantallas de cine o las tarimas donde se legitimaron las prácticas del vestir para la población negra, en tanto sofisticación y elegancia.
Antecedentes hay en el teatro bufo habanero y sus vínculos con el teatro ‘Minstrel’, cuyo auge duró buena parte del siglo XIX en el sur de Estados Unidos y que se caracteriza por los actores blancos que pintan su piel para representar personajes negros. Hacia mediados de ese siglo entran a escena los primeros actores negros que, de igual forma, debían maquillarse y exagerar los elementos del estereotipo de ‘lo negro’.
Así ocurrió la noche del 20 de junio de 1875, cuando se presentó en el Teatro Mainero de la Calle del Coliseo, el personaje del ‘Negrito Candela’ en la obra de teatro bufo ‘La guaracha del Negro Bueno’.