En 2024, el 55,4% de la fuerza laboral se encontraba en empleos informales. Los trabajadores informales no necesariamente están haciendo algo ilegal: pueden estar manejando pequeños negocios, conduciendo taxis o trabajando en el campo. Sin embargo, sus empleos tienden a ser menos estables, menos seguros y con menos beneficios y oportunidades de progreso. Para el Estado, esto implica menores ingresos fiscales, una productividad más baja y una economía más frágil.
Si bien la tasa de informalidad ha caído 14 puntos porcentuales desde 2010, hay una gran diferencia entre regiones. En Bogotá, Medellín y Manizales las tasas de informalidad están por debajo del 35%, mientras que en Sincelejo, Riohacha y Valledupar alcanzan el 65%, y en las zonas rurales llegan hasta el 80%.
En las áreas urbanas, los trabajadores informales suelen ser jóvenes menores de 25 años, con niveles educativos bajos. Muchos trabajan en microempresas o por cuenta propia. Por su parte, las empresas de más de 50 empleados representan más del 60% de los empleos urbanos formales. En las zonas rurales, los trabajadores informales se concentran principalmente en el sector primario (agricultura, ganadería y minería) y suelen ser trabajadores independientes o jornaleros, también con bajos niveles de educación.
Las raíces de la informalidad en Colombia son múltiples. Las regulaciones tributarias y laborales desincentivan la formalización de los pequeños negocios. Para las empresas más pequeñas, el costo de formalizar el empleo, tanto en dinero como en tiempo, resulta demasiado alto. Muchas sienten que no pueden pagar el salario mínimo, especialmente para trabajadores con habilidades limitadas y poca preparación. Además, el sistema tributario y regulatorio agrega costos adicionales a las empresas. Muchas de las pequeñas no logran escalar ni desarrollar sistemas más formales debido a la falta de financiamiento y de apoyo empresarial.
Es necesario acciones a todos los niveles de gobierno. En el nacional, se necesitan mecanismos de apoyo que permitan que los negocios pequeños se conviertan en empresas sostenibles en lugar de permanecer como actividades de subsistencia. La legislación laboral y tributaria debe ser más flexible para permitir que las micro y pequeñas empresas puedan contratar trabajadores en los esquemas laborales que ellos requieren de manera formal. También sería clave un mayor uso de herramientas digitales para simplificar la administración tributaria y las contribuciones a la seguridad social, reduciendo las barreras de tiempo y costos que enfrentan actualmente los pequeños negocios.
A la vez, se requiere acción territorial focalizada: impulsar las habilidades de los trabajadores, apoyar la creación de nuevos emprendimientos de mayor valor agregado y atraer inversiones y empleos a las regiones donde predomina la informalidad.