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Columna

El buen pastor

“Empieza su pontificado nuestro papa León XIV, lo que es una hermosa coincidencia...”.

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

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La Iglesia celebra hoy el Día del Buen Pastor y se realiza la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Hoy también se destaca en muchas partes del mundo la importancia de las madres.

En medio de estas celebraciones, empieza su pontificado nuestro papa León XIV, lo que es una hermosa coincidencia, por la gran responsabilidad de ser el pastor de la Iglesia, siendo el vicario de Nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor por excelencia, quien dio su vida por sus ovejas y, resucitado, sigue actuando dentro de su Iglesia para llevar a los creyentes a compartir con Él la vida eterna.

El domingo pasado en el evangelio, Nuestro Señor le preguntaba a Pedro: ¿Me amas? A su respuesta afirmativa le pedía: Apacienta mis ovejas… Hoy, Jesús nos recuerda la relación directa que tiene con cada una de sus ovejas; las conoce y ellas escuchan su voz y lo siguen. Han sido dadas por el Padre, y nadie puede arrebatárselas al Padre, con quién Él vive en unidad perfecta.

León XIV, de manera providencial, nos recuerda la importancia de la paz, la unidad, la justicia y la invitación a ser misioneros, siguiendo las instrucciones de Jesús. Es muy interesante su experiencia de trabajo, quien además de sus vivencias en Estados Unidos y en Perú, desde el Dicasterio de los Obispos ha estado en relación directa con sus compañeros obispos de todo el mundo.

Con un rostro afable, sus primeras palabras como papa expresaban su deseo de la paz de Cristo resucitado para todos, y compartió detalles que muestran su cercanía con el pueblo del Perú, donde sirvió como pastor. Nos anima a ser discípulos de Cristo porque el mundo necesita su luz, y a que construyamos puentes de diálogo para que seamos un solo pueblo en paz alrededor del Señor. Unidos a la Virgen María, pidió oraciones por su misión y por la paz del mundo.

Hoy San Juan nos relata una visión: “Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos”. “Habían lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero”.

Los apóstoles con valentía, llenos de alegría y del Espíritu Santo, enseñaban el Evangelio y lo llevaban a los gentiles, a pesar de todas las dificultades y persecuciones. Vemos con alegría que la Iglesia sigue viva, trabajando para conquistar almas para Cristo y construir el mundo de justicia, paz y amor.

Felicitaciones a las madres, quienes junto a los padres cumplimos una función primordial en la labor de invitar a los hijos a la fe y al amor de Dios. Sigamos orando por las vocaciones y por nuestro querido papa León XIV, para que el Espíritu Santo lo guíe y nuestra madre, la Virgen, lo acompañe.

*Hch 13, 14. 43–52; Sal, 2. 3. 5; Ap 7, 9.14b-17; Jn 10,17-30

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