A propósito del nombramiento del nuevo papa.

¿Racismo institucional en Popayán?
MARÍA CAROLINA CÁRDENAS RAMOSDios es vida y felicidad. La gente está emocionada comentando sobre el nuevo pontífice. Ojalá que Su Santidad León XIV sea un buen líder. Ser el sucesor de Pedro en esta época debe ser fácil y difícil al mismo tiempo. Pedro, el apóstol que más errores cometió, fue elegido por Jesús para que lo sucediera, lo que nos recuerda nuestra propia humanidad, llena embarradas, y Dios siempre ahí, perdonándonos y aceptándonos.
Las comunicaciones en los celulares hoy son para el humano el sigma de nuestro tiempo. Con la inmediatez de la información, a veces nos sentimos como si tuviéramos la verdad en la palma de la mano, en los móviles. Esto puede llevarnos a pensar que la fe es simple. Si tuviéramos la certeza absoluta de que Dios existe, ¿para qué ir a misa a pedirle? ¿Para qué serían las oraciones? La fe es la gasolina de la Iglesia, la certeza de lo que no se ve. Como dice la película “Cónclave”: “El peor pecado de la Iglesia es la certeza”. Nuestra fe es algo vivo porque va de la mano con la duda. Si solo hubiera certeza y no duda, no habría misterio, y por lo tanto, no habría necesidad de fe.
La fe es un acto personal y libre, que a menudo incluye duda y caos. Es una ecuación cuyo resultado final solo conoceremos al momento de partir. El ser humano de hoy, más que en el del pasado, tiende a evitar compromisos. A los nihilistas actuales, aquellos que no creen nada, excepto en una cosa: que la vida no tiene sentido, ofrezcamos amor, amor y más amor. No nos cansaremos de aceptarlos y de tratar de transmitirles que creer en Dios es nuestra mayor tranquilidad.
Nuestro Señor nos dice que busquemos la verdad. Reflexionemos sobre lo que nos enseñó aquel ser que Dios envió hace más de 2.000 años. Aún hoy, los escépticos pueden intentar alejarnos de nuestro corazón, pero es nuestra fe la que nos sostiene.
La fe no es solo una creencia; es una decisión de vida. Se siembra generalmente en el ejemplo de padres a hijos, amando a Dios, como un legado que trasciende generaciones. Esta transmisión de fe nos conecta con algo más grande que nosotros mismos, creando un sentido de pertenencia y propósito en nuestras vidas. En un mundo lleno de incertidumbres, es esta fe la que nos guía y nos da esperanza.
Así que, al enfrentar los desafíos de nuestra época, recordemos que la fe es una elección. Una elección que, aunque a veces esté llena de dudas, nos invita a seguir adelante, a buscar la verdad y a vivir con amor.