Soy César’ (EGO SUM CAESAR), del escritor cartagenero Juan Dáger Yabrudy Nieto, nos retrotrae a un tema político histórico, que aunque trillado, por ciertas similitudes con circunstancias actuales recobra vigencia, como por ejemplo: la toma de Bogotá por la minga indígena, estratégicamente convocada para demostrar la ‘capacidad de control’ de este gobierno sobre las masas, cumpliendo con aquella ‘temida’ amenaza escolar infantil, de: “Nos vemos en la calle”.
Sabemos que por razones humanitarias, nuestras Fuerzas Armadas serían incapaces de contener dicha turba; y que debido a la persecución jurídica de la que han sido objeto algunos policías que nos defendieron durante el ‘estallido social’, muchos preferirán estoicamente las pedradas, las papas bombas y los bombazos molotov, antes que optar por el uso legítimo de la fuerza.
En la antigua Roma existía una regla muy estricta que prohibía a los generales entrar con sus legiones a la ciudad, para evitar que los ejércitos tomaran el poder por la fuerza y por considerarla un espacio de gobierno civil y convivencia pacífica; exceptuando desfiles para celebrar las victorias, casos en los que el Senado debía emitir un permiso especial.
Yabrudy Nieto nos recuerda la entrada a Roma de Julio César en el 49 a.C., desafiando la autoridad del Senado, cruzó el Río Rubicón pronunciando aquella famosa frase “Alea Iacta est” (La suerte está echada). En Colombia, alguien está cruzando ‘el Rubicón’, ignorando o manipulando fallos del Consejo de Estado; amenazando con la consulta popular por decreto; usurpando funciones del Congreso y del Poder Judicial; faltando el respeto al presidente del Senado, Efraín Cepeda, con calificativo de “mucho HP”.
César marchó hacia Roma, derrotó a Pompeyo y a sus aliados, quienes la defendieron hasta la última batalla en Farsalia. Este episodio marcó el fin de la República y consolidó a César como una figura central en la historia Romana; sin embargo, la acumulación de poder y su nombramiento como dictador perpetuo generaron tensiones entre los senadores, que culminaron en su asesinato en el 44 a.C. En el De Bello Civili, “sobre la Guerra Civil”, el poeta Lucano refiriéndose a la Batalla de Farsalia, la describe con un fuerte mensaje político, con el que critica el autoritarismo y lamenta la pérdida de las libertades republicanas.
En esta minga, en la que la mayoría de los marchantes no conocen los contenidos que supuestamente defienden, repiten consignas, rechazando a la oligarquía y al “demonio” de Uribe. Todo, mientras olímpicamente violan el recinto sagrado de la Universidad Nacional, expulsando a los alumnos de clases.
El rector pretendió negarlo, pero las evidencias fílmicas que aparecen en redes son irrefutables. Ahora, algún estudiante ‘revolucionario’, dirá que los indígenas fueron invitados para discutir las reformas y los destinos del país.
*Psiquiatra.