Cuando las jovencitas cumplían 15 años, invitaban a un baile. En la década de los 60 la moda de festejar con baile se convirtió en costumbre. Había bailes sencillos con radiola y otros de numerosa convocatoria, en cuya invitación se advertía la animación de la Orquesta de Toño y su Combo. Fuimos a muchos bailes cuando el porro era el rey de la música. Época en la que la amistad se evidenciaba en grupos por las calles y barrios. Manga fue un barrio alegre y solidario. Me recordaba Rey Borda que hubo bailes con “ponina”. Recogían plata para pagar los costos y de esa forma se mantenía encendido el ánimo para fortalecer la amistad alrededor de la música. Pero los de quince fueron muy especiales y con Albertico Vélez comentamos algunos que gravitan en nuestros recuerdos. Los quince de Gloria Mouthón, de María Carmela Sebá, de Beatriz Alario y los de Nohora Vélez, entre tantos. Por lo general, se generaban peleas por pretender a la misma pareja y para no dañar la fiesta, el combate se consumaba en la calle.

La calle: Refugio y espejo de la sociedad
Elsy Domínguez De La OssaUn pariente de los Díaz Durier, a quien le llamaban “Mojón de Hierro”, cazó mal una pelea y Toño Galofre lo puso knockout en el Parque Lácides Segovia, cuando Nohora Vélez celebraba su cumpleaños.
Al “Gringo” Arias, que venía de Sincelejo a gallinacear por acá, le dieron una puñera monumental en un quinceañero. Lo habíamos conocido en una fiesta en Sincelejo haciendo turno para bailar con Elsa Jaraba, una agraciada joven sabanera. Hoy lo señalarían de intenso.
El “Guarumero” Guerrero se emborrachó antes del vals de Beatriz Alario y tuvieron que llevárselo temprano. El “Guarumero” y el “Negro” Guzmán, inseparables amigos, fueron muy apreciados por doña Piedad Gómez de Dáger y doña Kaly Méndez de Alario, en el callejón Román.
Una generación que nos superaba en años participó de los quince de Ligia Vergara Covo, allí se libró una famosa pelea entre Tony Lemaitre y Jairo Peláez. Ambos pretendían a Cecilia Mutis, una bella jovencita de la avenida Jiménez, que parecía hecha de porcelana.
Hubo un baile de quince años que me trae gratos recuerdos y fue el de Sophia Trivizas. Bailamos y compartimos en la casa del Callejón Santa Clara. Lo continuamos en Zorba, la discoteca de moda. Sus padres, de Grecia y Honduras, que componían una pareja extraordinaria, alargaron esa inolvidable fiesta.
Hoy me desperté pensando en esos memorables días. Los disfrutamos con las mejores parejas del universo, les dimos los primeros besos y las paseamos al ritmo de muy buenos porros. Cómo olvidar esos tiempos de juventud, cuando la amistad y el amor eran un baile.