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Columna

Amor y misericordia

“Oremos por el nuevo cónclave, para que el Espíritu Santo se derrame sobre la Iglesia e ilumine...”.

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

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Hoy, segunda semana de Pascua, celebramos la Divina Misericordia y podemos aclamar con gozo: ¡Estás vivo, Jesucristo! Qué alegría tan grande nos da tu gran victoria: venciste al pecado y a la muerte, nos perdonas, abres las puertas del cielo y nos invitas a seguirte. Damos gracias porque tu amor y misericordia son eternos.

Con esa esperanza en el corazón, experimentamos con emoción la partida del papa Francisco. Sentimos dolor por su ausencia, pero también gozo por su pascua, y por el gran acto de misericordia de Dios al regalarnos el Urbi et Orbi con su último aliento, concediendo más indulgencias en este Año Santo de la Esperanza. ¡Qué grandes regalos! ¡Qué maravillosas muestras de la infinita misericordia y amor de Dios por la humanidad, derramadas a través de su Santa Iglesia y de su Pontífice!

Pedimos a Dios por el alma del papa Francisco, por su llegada al cielo y que, como buena semilla, dé mucho fruto de conversiones. Se va su presencia física, pero queda su ejemplo de vida. Encarnó el Evangelio con su entrega amorosa al servicio de Dios, la Iglesia y el mundo, con su liderazgo, enseñanzas, cercanía, humildad, sencillez, ternura, y profunda calidad humana y espiritual. Defendió con valentía la vida de los no nacidos, a los ancianos y a los más débiles y necesitados de la sociedad.

Animó a los jóvenes a soñar en grande. Presentó a la Iglesia como un hospital de campaña, llamada a esparcir la misericordia de Dios, animando a salir a las periferias, acoger, curar heridas, purificarnos y hacernos nuevos con la acción del Espíritu Santo, siguiendo a Cristo y a sus enseñanzas.

El papa nos recordó muchas veces: “Dios no se cansa de perdonarnos, somos nosotros quienes nos cansamos de pedirle perdón”.

Las cuatro encíclicas de su Pontificado son luz y guía para el mundo y sus desafíos: Lumen Fidei (La luz de la fe), Laudato si’ (Alabado seas), Fratelli tutti (Hermanos todos) y Dilexit nos (Nos ha amado), que debemos seguir estudiando y viviendo.

Jesús vivo y resucitado sigue actuando, inspirando, curando, liberando almas y repartiendo su alegría y su paz. Él nos dice: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”… “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” *.

Oremos por el nuevo cónclave, para que el Espíritu Santo se derrame sobre la Iglesia e ilumine a los cardenales en la elección del nuevo papa. “Señor mío y Dios mío”, guíanos con la claridad de tu luz en medio de los desafíos del tiempo presente. Repitamos con el Salmo: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”.

*Hch 5, 12-16; Sal 117; Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19; Jn 20, 19-31.

**Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

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