Me llena de orgullo ver lo que está pasando en Chambacú. Después de años de ocupación ilegal, de ver cómo una zona tan estratégica y simbólica para la ciudad era usada sin ningún tipo de control, por fin se está actuando con decisión. El Distrito, bajo el liderazgo del alcalde Dumek Turbay, ha dado un paso firme y valiente que hay que aplaudir: el desalojo de esos terrenos ya es un hecho.
No se trata solo de liberar un lote. Estamos hablando de recuperar un espacio que debía estar al servicio de la ciudad, no tomado por unos pocos. Durante demasiado tiempo ese sector fue ocupado con talleres, cantinas, parqueaderos y construcciones que no solo eran ilegales, sino que afectaban la seguridad, el orden y la imagen de Cartagena.
Muchos pensaron que no se podía hacer nada, que lo de Chambacú era un caso perdido. Que lo legal siempre iba a estar de manos atadas por acciones jurídicas interminables; pero se equivocaron. La administración distrital demostró que cuando hay convicción y carácter, sí se puede actuar dentro del marco legal y proteger lo que nos pertenece a todos.
Hoy quiero reconocer la valentía del alcalde, porque esto no era una decisión fácil ni cómoda. Aquí había intereses de por medio, presiones jurídicas, desgaste político, y aun así, se hizo lo correcto. Se respetaron los procesos, se cumplieron los tiempos, se acudió a la justicia, y la ciudad ganó.
Esto es un mensaje claro: en Cartagena los bienes del Estado se respetan. La propiedad pública no está para ser invadida, ni mucho menos para ser tomada como si no tuviera doliente. Hay normas, hay procesos y, por fin, hay autoridad. La recuperación de Chambacú marca un punto de inflexión. Significa que estamos empezando a cuidar en serio nuestro territorio.
A partir de este momento se abre la puerta para transformar esa zona.
A pensar en proyectos que le sirvan a la ciudad, que aporten al turismo, al entorno urbano, a la comunidad. No se trata de excluir a nadie, sino de ordenar, de recuperar la dignidad del espacio público y de enviar el mensaje correcto: Cartagena merece respeto.
Aplaudo que se actúe sin miedo. Cartagena necesita una administración que mire de frente los problemas, que no se deje chantajear ni se esconda detrás de excusas. Lo que pasó en Chambacú es el tipo de decisiones que transforman ciudades.
Chambacú vuelve a ser parte de Cartagena, y eso, sin duda, es una gran noticia.