Uno de los mayores desafíos del ser humano es lograr la coherencia entre su forma de actuar, sentir y pensar, en especial en tiempos de crisis en los que emociones como el miedo, la desorientación y la incertidumbre nos enfrentan a vivir en modo de supervivencia y nos recuerdan la fragilidad de las personas.
No es descabellado afirmar que atravesamos una época en la que la crisis parece haberse instalado como telón de fondo de nuestra cotidianidad. La desaceleración económica global, la guerra comercial internacional, los conflictos bélicos que azotan amplias regiones geográficas, la polarización social, la expansión de la desinformación, las recurrentes violaciones de los derechos humanos y el detrimento de las condiciones ambientales, sumado a la incapacidad de la comunidad internacional para articularse y cooperar en la formulación de soluciones consensuadas, ponen a prueba nuestra capacidad para resistir al caos, activan nuestro instinto de conservación y provocan respuestas defensivas.
En medio de este panorama sombrío, las situaciones críticas nos sacuden y es precisamente allí donde surge la esperanza. Según el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, esta es un salto vital que nos permite estar alerta al futuro, nos impulsa a ponernos en marcha y a reconstruir el sentido de la existencia. La esperanza nos invita creer y a imaginar una vida que sea más que simplemente sobrevivir.
Confrontar circunstancias adversas y resistir a un ambiente hostil se han convertido en retos permanentes, cobrando vigencia la necesidad de desarrollar nuestro potencial para enfrentar la crisis. La anterior afirmación gana legitimidad al consultar el Informe de Riesgos Globales 2025 del Foro Económico Mundial, el cual resalta que vivimos en una de las épocas más divididas desde la Guerra Fría, con una perspectiva pesimista para el mundo en el 2027 y un escepticismo ante la capacidad de los mecanismos sociales y las instituciones de gobierno para enfrentar situaciones en materia geopolítica, social, medioambiental, económica y tecnológica.
La transformación del mercado laboral, el enfrentamiento entre actores armados al margen de la ley, la crisis humanitaria y del sistema de salud en Colombia, así como las constantes dilaciones en procesos tan sensibles como la entrega de medicamentos, junto con las situaciones particulares que enfrentamos en nuestra cotidianidad, nos recuerdan que actuar de modo consciente, auténtico y responsable constituye hoy, más que nunca, un acto de resistencia a la crisis. En este contexto, el doctor en psicología Walter Riso destaca que un factor clave ante la adversidad es sentir y creer que se es capaz para afrontar dificultades.
Vivimos una época de profundas transformaciones, que demanda personas con confianza en su potencial, capaces de afrontar y superar la adversidad, y con la esperanza como guía para resistir las crisis y reconstruir el sentido de humanidad. Porque mientras exista esperanza podremos resistir, reconstruir y volver a creer en el futuro.
*Vicerrectora administrativa Unicolombo.