La pregunta intenta generar reflexiones para un debate que permita develar las debilidades de la elección de los gobernantes en el plano nacional, departamental y local, que a mi juicio se constituye en problemas estructurales de la democracia y de la administración pública, a efectos de generar reflexiones críticas que pudieran generar la puesta en práctica de conclusiones pedagógicas.
En ese orden, pido licencia para transcribir unos trazos que nos darían una idea de las palabras estadista, tomada de la ciencia política, y avivato, del nuevo diccionario de colombianismos del Instituto Caro y Cuervo. A saber:
Estadista: quién tenga “inquieta y creativa búsqueda del bien común. Ortega y Gasset: “Hombre de Estado que debe tener virtudes magnánimas.”, lo que implica, sin que se trate de seres ideales o perfectos. Estadista sería entonces un hombre de Estado, íntegro, honesto, probo, ético, generoso, altruista, benévolo y bondadoso. (Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).
El avivato: el nuevo diccionario de Colombianismos del Instituto Caro y Cuervo lo define como: “aprovechado, hábil, que saca provecho de las circunstancias generalmente ilícitas”.
En nota publicada en el periódico El tiempo el 01 de septiembre, titulada Colombia, un país que elogia a los avivatos, el rector de EAFIT, Juan Luis Mejía, hizo planteamientos que alimentarían el debate, para investigar y confirmar si al frente de las administraciones públicas en Colombia hay estadistas, hombres y mujeres llenos de grandes virtudes, principios y valores morales, o si por el contrario, las administraciones públicas han estado y están en manos de avivatos, bandidazos, pillos, disfrazados de estadistas o de dirigentes políticos que hacen y han hecho del Estado fuente de enriquecimiento ilícito.
El rechazo a la deshonestidad institucional y social avanza en nuestro país, que no se resigna a vivir en medio de la corrupción, pero es dable reconocer que aún subsisten comportamientos que respaldan actuaciones delictivas, porque se escuchan expresiones desobligantes como estas: “que robe, pero que haga, el vivo vive del bobo, la rosca no es mala, lo malo es estar fuera de ella” validaciones a toda clase de irregularidades, como por ejemplo, convertir en legal la inestabilidad laboral, el esclavismo laboral como los contratos de prestación de servicios, las órdenes de prestación de servicios, cadena perpetua del clientelismo podrítico, fórmula efectiva de transacción electoral. ( Conducta propia de los avivatos, no de los estadistas, muy practicada ).
Un ejemplo de ello es la transcripción de una pregunta que el rector del EAFIT le hizo a un falso servidor público: “Hace unos años, le pregunté a un funcionario público si tenía mucho trabajo, y con desparpajo me contestó: “Trabajo fue el que me dio conseguir este trabajo. Ahora estoy descansando”. Pero, bueno, ese todavía es un pecado venial frente a la otra visión del Estado como el botín mayor, el tesoro de Morgan. Basta recordar la frase de uno de los procesados del año anterior: “Es más rentable una alcaldía que un embarque”.
La cultura de lo antiético, de los torcidos, el direccionamiento y concentración de la contratación pública, la inestabilidad laboral con la realización de contratos de prestación de servicios u órdenes de prestación de servicios no puede seguir siendo norma institucional y social, por cuanto destruyen al Estado y a la sociedad misma. Ser corrupto no aguanta ¡fue un eslogan de la Procuraduría! Hasta ahora ha aguantado, hace parte del “régimen.”.
Adiciones: sugiero que evalúe hacerle estas o similares preguntas a su alcalde:
1. ¿Alcalde, usted es una persona íntegra, ética y sincera?
2. ¿Alcalde, usted utiliza el marketing político en sectores que valoran la superficialidad más que la profundidad y la investigación científica para ganar encuestas y sentirse dentro de los mejores alcaldes del país? (“La política mentir a propósito :”Voltaire).
3. ¿Alcalde, usted puede afirmar que no se hizo elegir para enriquecerse usted y sus financistas?
4. ¿Alcalde, cuáles han sido las fuentes de su riqueza?
5. ¿Alcalde, que financistas o financiadores de su campaña están en su gobierno o han sido recomendado por estos?
6. ¿Alcalde, usted con los recursos públicos, (contratación pública ), va a apoyar a candidatos en las próximas elecciones?
7. ¿Alcalde, usted está convencido que los contratos de prestación de servicios u OPS, garantizan la estabilidad laboral de los contratados?
8. ¿Alcalde, la pasión que despierta el futbol profesional la usaría usted para aumentar su popularidad? (” Marica el último - texto de un juez de la república).
Según sean las respuestas, podríamos saber si el alcalde de su ciudad es un estadista o un avivato.
Representante Veeduría Colombia Decente.