La historia de la humanidad ha transitado por diversas eras que se han definido teniendo en cuenta los avances de cada uno de esos momentos, pues cada época ha dejado su marca en la narrativa histórica. Desde la prehistoria, la Edad de Piedra, Bronce y Hierro, fueron denominadas por la preponderancia de los materiales usados en cada una de ellas, llegando a la edad antigua, en la que se destacó el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones que tuvieron escritura. De la Edad Media se destaca el surgimiento de las primeras universidades en Europa, las cuales desempeñaron un papel protagónico en el avance del conocimiento. Siguió la Edad Moderna, importante por el humanismo renacentista, la Revolución Científica y la Ilustración. Y, finalmente, la Edad Contemporánea, la que hoy vivimos y que sin duda ha sido relevante por la implementación de la tecnología en casi todos los escenarios de la vida cotidiana.

Las sombras en la infraestructura de Turbay
TATIANA VELÁSQUEZEn esta era influenciada por las tecnologías, la verdad se ha vuelto un concepto difícil de definir y aún más difícil de encontrar. Si bien los avances científicos y tecnológicos nos han llevado a alcanzar cimas inimaginables, también han desatado una era de simulación y falsificación sin precedentes. Desde imágenes, videos, fotos y voces manipuladas, hasta noticias falsas hábilmente elaboradas para influir en la opinión pública. Por su parte, en el ámbito judicial, la capacidad de falsificar pruebas representa un peligro inminente, la tecnología ha avanzado al punto que es posible fabricar evidencia de manera convincente, poniendo en riesgo la justicia y la imparcialidad de nuestro sistema jurídico.
Por otro lado, en la necesidad inevitable de exponer nuestras vidas, hemos creado un escenario ficticio o de apariencia, vivimos en una edad del fingimiento en el que las redes nos llevan a presentar versiones idealizadas de nosotros mismos a través de los filtros, alimentando una superficialidad que termina por convencernos de lo que no somos.
Hablando de profesionales, es desalentador ver cómo se falsifican habilidades y experiencias para obtener reconocimiento y prestigio. Desde médicos que carecen de la experiencia necesaria que tanto publicitan hasta intelectuales que recurren a resúmenes prefabricados para aparentar conocimientos que no tienen. Viven en una mise en scène intentando darle apariencia de verdad a una realidad contraria. Una puesta en escena que si bien no es criminal, sirve para engañar, aparentar y timar a una sociedad llena de incautos.
Por ello, corresponde que nos concienticemos en la necesidad de hacer filtros rigurosos sobre lo que es cierto y lo que aparenta serlo, es decir, no tragar entero para no ser engañados y ser parte de esta era de humo.