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Columna

Cara o sello

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Con la victoria del Pacto Histórico en las elecciones parlamentarias de 2022, el hecho de que el partido Centro Democrático-CD no llevara candidato a la Presidencia de la República 2022-2024 y el amplio triunfo de Gustavo Petro a la Presidencia, aunado a los problemas judiciales del expresidente Álvaro Uribe -su líder natural-, parecía que se sentenciaba la desaparición del Centro Democrático.

El CD es un partido que ha sufrido un desgaste inmenso por su coherencia frente a la política de paz llevada a cabo por los gobiernos que han sucedido a la era de la seguridad democrática.

Quizá, el mayor daño lo recibió del gobierno del expresidente Santos, quien no dudó en llamar al Centro Democrático, y sus simpatizantes, enemigos de la paz.

Estos hechos, exacerbados por el mal gobierno de Iván Duque, llevaron al CD a uno de sus peores índices de popularidad, al punto de agujerear el teflón que parecía proteger al expresidente Álvaro Uribe. Cualquier juez promiscuo o fiscal de bajo rango se atreve a enjuiciar al expresidente y cualquier periodista, a enrostrarle un cortometraje calumnioso.

Pero el pésimo manejo de la seguridad del país, con el embeleco de la paz total y la poca o nula capacidad del gobierno de Gustavo Petro para ejecutar las rimbombantes políticas públicas anunciadas en su campaña electoral, le están dando un segundo aire a este movimiento.

En un acto de realpolitik que sorprendió a toda la Nación, el presidente Petro anunció a José Félix Lafaurie, como miembro de la mesa de negociación con el Eln, es decir, designó a un miembro del ala dura de la derecha, para negociar con el ala dura de la izquierda colombiana.

Esta jugada política del presidente Petro pone al CD en una posición de privilegio que otro partido político no tendría jamás, y pasamos a explicar.

Si fracasa la paz total, con una alta probabilidad que esto suceda, el péndulo político se inclinaría hacia la derecha, y derecha recalcitrante, porque evidenciaría que la política correcta contra delincuencia es el estilo Nayib Bukele. En este escenario, María Fernanda Cabal seria la candidata presidencial ideal; por el contrario, si la paz total triunfa, como el Gobierno Petro en materia macroeconómica, empleo y crecimiento económico va a quedar debiendo, el país giraría más hacia una derecha moderada que devuelva el bienestar económico, pero que no vuelva trizas la paz total. En este plano, es donde José Félix Lafaurie les lleva ventaja a todos, porque tendría un amplio menú que ofrecer.

Para los firmantes de la paz total sería garantía de cumplimiento de los acuerdos suscritos, con lo que, por lo menos, en el peor de los casos, dividiría a la izquierda y la centroizquierda; mientras que, para la derecha recalcitrante, la presencia en el gobierno de su esposa, María Fernanda Cabal, sería su polo a tierra.

Así es la vida, el azar nos trae la dicha o la desventura. El Centro Democrático y los esposos Lafaurie, en este nuevo proceso de la política colombiana, ganan con cara o sello.

“El pésimo manejo de la seguridad del país, con el embeleco de la paz total (...) le están dando un segundo aire a este movimiento”.

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