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Columna

Tiene que ser una enfermedad

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Tiene que ser una enfermedad, no hay ninguna otra explicación. Es el síndrome de Caín (la envidia). No se puede creer, al menos que sea una patología, que la izquierda insista en implantar el socialismo del siglo XXI, si está demostrado hasta la saciedad que no funciona, ni antes, ni ahora, ni nunca.

Rusia prescindió de él, Alemania ídem. Hoy su permanencia en Cuba no se justifica, y sigue siendo un acto de venganza de ese líder lleno de odio que fue Fidel Castro, y de Raúl, quien heredó ese rencor. Bien se preparó intelectualmente, en una mezcla explosiva de odio y marxismo para vengarse de su padre, Ángel Castro Argiz, un inmigrante español, de origen humilde, que tuvo éxito haciendo fortuna con mucho trabajo, a quien aborrecía y veía representado en cada uno de los cubanos, y en su afán de destruir su imagen, y envestido de poder, vuelca su resentimiento sobre el pueblo cubano. Castro es un típico caso para un análisis psicológico de gobernantes enfermos.

Dicen que disfrutaba ver la ciudad vencida por la pobreza, mientras él vivía como un rey en su mansión en la Zona Cero. Que era la representación de la casa de su padre, llena de privilegios, mientras la ciudad de La Habana representaba la parte trasera de la casa, del patio, donde de niño lo pusieron a vivir como gente de quinta categoría, mientras sus hermanos del matrimonio legítimo de Ángel con la señora María Luisa Argote, vivían con muchas preferencias en la parte delantera de la casa. Alguien que fue invitado a su residencia, evidenció que vivía como un monarca, comía faisán, bebía champaña, la vajilla que usaba era Flora Danica y la cubertería Christofle.

El marxismo en Cuba no es otro que la inquina de Fidel hacia su progenitor, a quien no le perdonó jamás que no lo reconociera como su hijo y mucho menos que lo pusiera a vivir con sus hermanos y su madre (que era la empleada doméstica de la señora Argote), en el patio de la casa.

El periodista francés Serge Raffy, quien escribió una biografía sobre Fidel, dice lo siguiente: “Para poder ‘esconder’ estos hijos ilegítimos, el gallego Ángel Castro envió a los niños junto a su amigo el cónsul de Haití en Santiago de Cuba, Hippólite Hibbert, y su esposa Emercianne. En sus primeros años Fidel Castro recibió numerosas humillaciones por parte de sus compañeros, debido a su bastardía y por el hecho de no estar bautizado”.

En Venezuela el marxismo fue el pretexto para robarse el Estado; la hija de Chávez, quien posee una fortuna colosal, dijo que la había adquirido vendiendo productos Avon. Lo de Venezuela, no es otra cosa que una horda de maleantes que privatizaron las riquezas del Estado para unos pocos: Chávez y su familia, y socializaron la miseria para millones de venezolanos. Ese es el socialismo del siglo XXI.

*Arquitecto.

“No se puede creer, al menos que sea una patología, que la izquierda insista en implantar el socialismo del siglo XXI, si está demostrado (...)”

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