Probablemente pienses que soy uno de esos nostálgicos que cree en la falacia de que todo tiempo pasado fue mejor. No hay nada más alejado de la realidad, pero sí debo admitir que siento una fascinación por las antigüedades en especial por esos elementos tecnológicos que en su tiempo fueron un gran éxito y resignificaron la forma en que nos comunicamos. Es probable que me veas curioseando en tiendas de antigüedades o teniendo una larga charla con una experta en cámaras minuteras de Medellín.

Pero debo advertirles que esta columna no tiene mucho que ver con mi especial romanticismo por la historia de la tecnología. Ya habrá tiempo para escribirles sobre ello. Hoy, quiero contarles de cómo regresar al MP3 o al iPod puede convertirse en una ventaja para tu consumo auditivo día a día.
Hace unas semanas estuve en Medellín y de la casa de una tía me regalaron dos aparatos con los que había quedado fascinado: una cámara Pentax Asahi KM de 1975 y un MP3 Sony Walkman NWZ-B135F. Este último fue el que más me llenó de emociones porque tuve uno y ahí era donde escuchaba todas mis canciones en inglés pirateadas que MTV popularizaba en mi adolescencia.
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Intenté encenderlo pero claramente la pantalla ni siquiera reaccionaba. Llegué a Cartagena dispuesto a exhibirlo con mis otras antigüedades de mi incipiente colección: un beeper de Motorola que pertenecía a mi papá, una grabadora de casete Sony TCM-313 y un Blackberry Curve 9370. Antes de dejarlo para siempre en el museo de los recuerdos, decidí darle una última oportunidad. Destapé la cobertura con el logo de Walkman que revelaba la USB y lo conecté a la torre de mi trabajo. Seguía escéptico a pesar de que la pantalla se encendió y mostró el ícono de batería cargando. Mi pesimismo se esfumó por completo cuando copié algunos MP3 en la carpeta correspondiente, conecté unos audífonos y me fui a casa escuchando mi música cual adolescente regresando del colegio con hambre y sueño.

Lo mejor de todo es que a la fecha de esta columna sigo usando ese mítico reproductor MP3 y he relegado a un segundo plano el Spotify, tanto que, estoy considerando en cancelar la suscripción. Claramente he tenido que realizar más esfuerzo al tener que organizar la librería de archivos MP3, cargar un nuevo dispositivo todas las noches y el tedio de descargar las canciones pero siento más control y la batería de mi teléfono es más duradera en los días que uso el MP3.
Hace un par de años escribí la evaluación de un iPod Touch y mi principal halago a estos dispositivos que yo creía muertos, era precisamente el hecho de que no centralizaba toda mi experiencia en el celular. Puedes utilizar un MP3 o un iPod para todas tus necesidades auditivas (en el iPod con una experiencia un poco más extendida por tener aplicaciones) sin tantas notificaciones entorpeciendo tus beats para relajarte o tus podcast preferidos. Puedes salir y dejar tu caro celular en casa para trotar libremente en un país donde se roban un promedio de 100.000 celulares al mes, según Asomóvil.
Podría alargar esta columna con las ventajas de regresar al MP3 o el iPod pero confío en que ya logras ver mi punto. ¿Qué opinas tú? ¿desempolvarías tu viejo MP3?