El último libro del periodista Andrés Oppenheimer titulado ¡Sálvese quien pueda!: El Futuro del trabajo en la era de la automatización, menciona en el capítulo ¡Edúquese quien pueda! que existen tres niveles de aprendizaje en la educación superior: el informativo, el formativo y el transformativo.
El primero, hace referencia a la transmisión de información y destrezas concretas.
El segundo, es el que permite el desarrollo del pensamiento crítico y la formación de marcos de conducta ética.
El tercer nivel, el transformativo, permite desarrollar capacidades de liderazgo, de entender el mundo y transformarlo. Son estos dos últimos niveles en los que se deben enfocar los docentes en la era 4.0, ya que el primero será cubierto en parte por la educación en línea.
En la economía del siglo XXI, en la que la inteligencia artificial asumirá los trabajos rutinarios, se necesita más gente creativa, innovadora y capaz de pensar por sí misma con sentido ético, siendo nosotros los docentes los llamados a fomentar y fortalecer esas competencias.
Hasta ahora, los docentes “enseñábamos”, pero ahora con el navegador Google, por mencionar uno de los tantos asistentes virtuales, nuestra función como transmisores de conocimiento ha quedado sobrepasada, y se está transformando rápidamente.
Así las cosas, los docentes tendremos que reinventar nuestro rol, teniendo como prioridad la formación del ser y el fortalecimiento de sus habilidades blandas. Así, nos corresponde: ayudar a los niños y jóvenes a encontrar su vocación o pasión; fomentar la curiosidad, el hacer preguntas, estimulando la creatividad y la innovación; enseñar la perseverancia, ser resilientes; enseñar valores éticos y empatía, desde el planteamiento de dilemas morales y promover el trabajo en equipo.
Lo anterior nos exige, en el mediano plazo, una colaboración entre los docentes y las máquinas, en la que varias de las funciones actuales, por ejemplo, la evaluación, podrían ser realizadas por máquinas inteligentes. Así el docente se especializará en nuevos roles tales como: el docente per se (que maneja muy bien la oratoria y las herramientas tecnológicas y se mantendrá en la modalidad presencial), el consejero académico y el diseñador instruccional de clases personalizadas, cursos virtuales o masivos abiertos en línea (MOOC, por sus siglas en inglés).
El rol del docente no va a desaparecer con la revolución 4.0, se reorientará hacia aquellas actividades que humanizan la educación: estimular la creatividad, la innovación y los valores éticos, lo cual indiscutiblemente las máquinas no pueden hacer.
*Profesora de la Facultad de Economía y Negocios, UTB
Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.