El 11 de abril del 2002 falleció Héctor Rojas Herazo, por imperativo intelectual debo ocuparme de ese valor costeño gestor de una obra literaria y periodística inconmensurable. Héctor Rojas Herazo, el poeta, pintor y escritor impuso su impronta en Cartagena en razón a su calidad humana e inteligencia. Rojas Herazo hacía parte del grupo de intelectuales que con Domingo López Escauriaza, Clemente Manuel Zabala, Aníbal Esquivia Vázquez, Manuel Zapata Olivella y Fabio Morón Diaz dialogaban en El Universal de la calle San Juan de Dios.
Para Rojas Herazo el periodista ejerce un papel protagónico. “El periodista ya no es solo un pedagogo social, sino un crítico autorizado que usa el espacio de prensa para adoctrinar espíritus y universalizar culturas. Al transformarse en periodista, el comentarista contrae deberes históricos más importantes, la movilización de ideas, el debate público, la agitación intelectual frente a la inercia social; tenía la certidumbre sobre los nexos genéricos entre la literatura y el periodismo. Otra arista del polifacético Rojas Herazo era la de pintor; siempre manifestó una decidida admiración por el muralismo mexicano, de Rivera, Siqueiros y en especial por José Clemente Orozco cuya obra definió como una “mezcla inquietante de inmovilidad bizantina y turbulencia barroca”, elementos que incorporó a su pintura de carácter expresionista.
Rojas Herazo fue un valor caribeño sustantivo, en su vivencia periodística en El Universal; entre linotipos, máquinas de escribir y papel periódico halló un laboratorio, sin cartabones, donde desarrolló su capacidad intelectual. Él como novelista, no gozó de la promoción, el ditirambo fastidioso, pero necesario para que su obra hubiese ocupado el lugar privilegiado que su valor literario merecía. Toda su obra debe destacarse: “Respirando el verano”, “En noviembre llega el arzobispo”, “Celia se pudre”. Amén de “Tránsito de Caín”, “Desde la luz preguntan por nosotros”, “Candiles en la niebla”, “Rostros de Soledad”, “Las esquinas del viento”. Fue ganador del “Premio Esso en 1967 con la novela: “En noviembre llega el arzobispo”.
Jorge García Usta, ese otro lúcido escritor, prematuramente fallecido, recopiló en dos tomos la producción periodística de Rojas Herazo: las columnas de “Telón de fondo” publicadas en El Universal y en Diario de Colombia en Bogotá: “La vigilia de las lámparas” y “La magnitud de la ofrenda”. Allí se percibe la prosa dura, inquisidora y poética de ese ciudadano universal. Rojas Herazo trasciende al periodista y al literato, dicotomía posible y omnipresente en la universalidad de su obra.
Héctor Rojas Herazo fue un sustantivo valor caribeño, su tránsito periodístico en El Universal dejó huella indeleble en el ámbito intelectual cartagenero.
*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.