El 2 de junio de 1949, Ana Elvira Román de García fundó el Colegio Montessori en Cartagena de Indias, y desde entonces se rinde tributo a su colosal legado, propio de una maestra de racamandaca.
Durante setenta años ininterrumpidos sus aulas han continuado fieles a la memoria de María Montessori, médica-pedagoga y humanista, nacida en Chiaravalle (Italia), el 31 de agosto de 1870, creadora del innovador método pedagógico-filosófico, desarrollado a partir de sus experiencias atendiendo niños con déficit mental o en riesgo social, y su impresionante capacidad de aprender, pese a sus limitaciones.
Aseguraba, sin temor a equivocarse, que “los niños nacen con cerebros de esponja y son sus propios maestros, dueños de su autonomía para transformar el ambiente, aún sin la supervisión de los adultos. Y cuando se les educa rodeados de amor, respeto y paciencia, salen airosos en todos los retos, sin perder la mansedumbre y la humildad”.
Lógicamente aquellas convicciones eran incompatibles con los planes macabros de Hitler y Mussolini, dispuestos a imponer moldes educativos preñados de odio y mordazas, en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial. A María Montessori, que pregonaba todo lo contrario: “La educación es el arma más poderosa para derrotar la guerra”, le tocó colocar sus pies en polvorosa y solicitar asilo en Barcelona, evitando así que la volvieran cenizas en los campos de exterminio.
Ana Elvira, desde jovencita, le interesaron sobremanera tan revolucionarios conceptos educativos: “La mente del niño es inconmensurable; nadie puede ser libre a menos que sea independiente”, sobre todo en aquellas épocas nefastas de ideas ultra-conservadoras: “Jamás contradecir al maestro” (Magister dixit) y “La letra con sangre entra”
Ana Elvira, metódica y creativa, le fue agregando algunos eslabones, de su propia cosecha, al mundialmente exitoso ‘Método Montessori’, entre ellos el respeto incondicional al medio ambiente, sobre todo a esos pequeños, inofensivos y casi extintos dinosaurios, habitantes milenarios del barrio de Manga, aquí en Cartagena: ¡Las iguanas! sacrificadas cruel y sistemáticamente para saborear sus huevos.
Por eso, en el Colegio Montessori de Cartagena, próximo a cumplir 70 años, las iguanas son sagradas: ya nadie se asombra cuando se posan en los pupitres, junto a los alumnos, participando en casi todas las clases, menos en matemáticas. Al sonar la campana anunciando el recreo, ellas suben a los árboles sin afanes, mirando al firmamento, en búsqueda del rostro protector de Ana Elvira Román, mientras se acomodan en su trono de luces, añoranzas y clorofila.