Esta hermosa frase de aceptación de la voluntad de Dios que pronunció María cuando el ángel le anunció que era la escogida para ser la madre del Mesías, fue definitiva para el plan de salvación y es la que el papa Francisco nos invita a pronunciar ante los retos que tenemos por delante, de cara a Dios.
El lema de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Panamá: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí tu palabra”, motiva a los jóvenes a experimentar la alegría y la inspiración de la joven María, a responder “sí” al llamado de Dios y así comprometerse a ser constructores de paz, justicia y amor, dejándose llenar del Espíritu Santo, para lograrlo.
El papa invita a contemplar a Cristo desde María y así poder comunicar la alegría del evangelio a los demás. Se experimentó en las calles de Panamá la emoción y el entusiasmo de miles de jóvenes cargados de sueños, peregrinos de 155 países, incluyendo de China y de Cuba, compartiendo fraternalmente en ambientes festivos, sanos, culturales y religiosos. Trabajaron 37.000 voluntarios y 3.000 periodistas cubrieron el evento. La talla original de la Virgen de Fátima viajó desde Portugal y en la misa de cierre asisten algunos presidentes entre los que se encuentran Iván Duque y su esposa.
Se renueva la esperanza en nuestro continente americano con estos eventos en los que los jóvenes muestran su motivación a seguir adelante en la construcción de un mundo mejor de la mano de Jesucristo y con la compañía de la Virgen María. Esta renovación espiritual juvenil animada por nuestra iglesia se celebra cada tres años en diferentes rincones del mundo, gracias a la inspiración del Santo papa San Juan Pablo II, quien supo llegar al corazón de los jóvenes.
Muchos peregrinos llegan a compartir con familias locales que los acogen, otros llegan a colegios, hoteles y en el caso de Panamá, hasta las sinagogas y mezquitas se unieron en fraternidad a recibirlos, atendiendo la hermosa obra de misericordia de dar posada al peregrino, que hoy en este mundo tan lleno de violencia y desconfianza, casi nadie se atreve a ejercer.
Emociona percibir la universalidad de nuestra Iglesia, nacionalidades de todos los continentes, idiomas, culturas, costumbres, muchas diferencias pero todos unidos en el mismo espíritu de amor, dispuestos a caminar juntos siguiendo a Cristo y a su evangelio con el corazón. El papa Francisco menciona una frase del papa Benedicto: “El amor verdadero no anula las legítimas diferencias sino que las armoniza en una realidad superior”.
Sigamos orando y trabajando para que la palabra de Dios se haga vida en nosotros.
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