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Columna

Bogotá avanza, ¿y Cartagena?

La ciudad no es una entelequia, es de carne y hueso, y el mejor legado que podemos dejar sus habitantes, amén de la educación, son las infraestructuras.

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Impresionantes los avances que ha tenido Bogotá en la corta administración de Enrique Peñalosa, después de los tres desastrosos periodos en los que por desgracia había quedado sumida.

La ciudad no es una entelequia, es de carne y huesos, y el mejor legado que podemos dejar a sus habitantes, amén de la educación, son las infraestructuras: puentes, vías, escuelas, hospitales, parques, viviendas. Los avances de Peñalosa son tangibles. Hay mejoras en cuanto a la movilidad y las vías. Además de la construcción hasta ahora de 6 hospitales y 13 escuelas.

Solo para mencionar algunas: obtuvo el compromiso de la nación con el aporte del 70 % de los recursos para la primera línea del metro. El avance en un 95 % del TransMicable que beneficiará a Ciudad Bolívar.

El proyecto de 24 kilómetros ALO sur, para mejorar la movilidad. El PAE, que beneficiará a 800.000 niños. La notable disminución de los embarazos en niñas. La reducción en los tiempos de atención en salud, gracias al programa Cero filas. Disminución de la tasa de homicidios, la instalación de 1.600 videocámaras para el control del delito. La construcción de 40 canchas sintéticas en barrios populares. El plan especial de protección del Centro Histórico. La planta de tratamiento de aguas residuales Canoas. La creación de una institución que protege a los animales. En fin, obras y más obras y cero verborrea petrista.

Hay que reconocer y no es porque sea mi pariente, pero Bogotá entró a la modernidad con la administración del cartagenero Andrés Rodríguez Gómez (1955-1957), cuando la ciudad entraba al millón de habitantes y se empezó a plantear la necesidad de una movilidad en Metro y se concluyó la autopista Norte.

En su mandato se hizo el trazado de la avenida Boyacá, la avenida Circunvalar, la inauguración del teleférico de Monserrate, el apoyo total al Jardín Botánico de Bogotá, la implantación por primera vez del subsidio familiar para los empleados del Distrito Especial de Bogotá, que fue la semilla de las Cajas de Compensación. El apoyo total a sus amigos Rodolfo Martínez Tono para la creación del SENA, y Gabriel Betancur Mejía para la creación del Icetex.

Con Luis Ángel Arango convirtieron el barrio de La Candelaria en un centro cultural, idea que comenzó a hacerse realidad con la construcción de la gran biblioteca. Consiguió el lote donde hoy está ubicada en la calle 18 con carrera tercera el imponente edificio de la Academia Colombiana de la Lengua.

En su gestión se dio el aumento de las redes de distribución y número de suscriptores de la empresa de teléfonos, la de energía eléctrica, la empresa de acueducto y alcantarillado y la empresa de buses distritales.

Fue sucedido por Fernando Mazuera quien encontró las finanzas no solo saneadas sino en superávit.

Mientras tanto Cartagena se hunde en el caos y la miseria.

“La ciudad no es una entelequia, es de carne y huesos, y el mejor legado que podemos dejar a sus habitantes, amén de la educación, son las infraestructuras”.

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