comscore
Columna

Gol

Compartir

Los pies cautivan las miradas. Frente al televisor nuestros contertulios han adquirido un conocimiento profundo del deporte y sus protagonistas. Comentan con propiedad algunas jugadas, predicen otras. Muchos dicen inocentes mentiras sobre sus antecedentes juveniles como cracks, otros enumeran estadísticas y estrategias

Los pies son definitivos en la vida. Andamos erectos sobre ellos. En alguna remota época no fue así. Los hombres dizque fuimos cuadrúpedos. Algunos parece que siguen siéndolo. Poner pies en polvorosa es huir. Asentar el pie es buscar juicio, proceder con madurez. Con buen pie o pie derecho es un buen principio, de pies a cabeza integridad. Echar pie atrás, arrepentirse. Manejar algo con los pies imprudencia, estupidez. Ni pies ni cabeza no tener orden alguno. Un pie adentro y uno afuera, es indecisión o arrepentimiento.

Con este deporte "de multitudes" hemos tenido distantes relaciones. En primer lugar, porque no lo terminamos de entender, también como un rechazo a una disciplina cuya esencia es No usar las manos. A lo único que se podría parecer es al buen gobierno. Donde es malo meter las patas, pero si se usa la mano tiene escandalosas repercusiones, según agudo decir de Darío Echandía. 

La televisión nos convierte en autómatas hipnotizados A las imágenes que se apoderan de la pantalla se suma la voz de narradores y científicos del comentario. Si se nos dá por cambiar de canal, observamos confundidos como viendo el mismo partido otros trasmiten y comentan cosas diferentes.   

Los sistemas de juego se diferencian con estrategias comprendidas en mágicos números agoreros: 433, 424 ó 442. Algunos son agresivos, otros tienen un ultradefensivo estilo de no dejarse anotar y ver si de pronto pueden meter un gol. Por fortuna es así, porque cuando logran anotar, a los jugadores se les desbordan pasiones sospechosas. En una euforia se abrazan, se besan jubilosos. Al finalizar intercambian camisetas sudadas y apestosas.

En los partidos hay un “canalla” que no ve cuando ocurre algo. Favorece a algunos y le tiene ojeriza a otros. Ahora inventaron el VAR artefacto que controla a esos semidioses, pero que atenta contra un grato recinto, el BAR, oasis de sedientos sibaritas y soñadores entusiastas,  donde también se disfruta en forma sedentaria. Con su silbato determina la victoria. Permiten que atropellen y maltraten a algunos, y muestra cartulinas amarillas y rojas a quienes se animan a devolver patadas o protestar por ellas.

Los jugadores parecen actores del cine mudo. Sin recibir golpe alguno, se tiran al césped. Se quejan con patetismo histriónico. Hacen muecas de dolor que corresponden a un moribundo. Pero en seguida se levantan, se recuperan milagrosamente y corren con más fuerzas que antes. Todo por el anhelo de gritar gol palabra mágica. 

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News