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Columna

Mujer rural empoderada

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La guerra que vivió el país dejó buena parte de las zonas rurales (que representan al menos el 70% del territorio) devastadas, con una economía casi inexistente, con parcelas sin dueño o invadidas, con un 50% en zonas de reserva forestal, que son el foco donde la minería ilegal y los cultivos ilícitos son la única forma de producción. El país perdió las raíces de sus orígenes por un fin totalmente distinto al del desarrollo económico, donde empresarios y campesinos conviven y aportan a la construcción de país.

No es fácil y se requiere un nuevo modelo de desarrollo rural, que desde las realidades y oportunidades de nuestro territorio y la complejidad de esta propuesta implica recuperar la dinámica del progreso del campo y su gente.

Si queremos avanzar como país todos debemos aportar y ayudar a recuperar la riqueza de la tierra, que hace muchos años tuvimos, la cual se dio gracias al trabajo arduo de quienes día a día hicieron de ella un recurso vital para la estructura económica de Colombia.

Y es en este sector, en donde las mujeres rurales pueden jugar y juegan un papel protagónico.

En la celebración del Día Mundial de las Mujeres Rurales, la Presidencia de la República y la ONU, resaltaron su labor cargada de sufrimiento y lucha, pero sobre todo de esperanza para superar los obstáculos que impiden que haya respeto y equidad.

En este espacio se socializó la política nacional para el desarrollo de la mujer, una propuesta con cuatro ejes: provisión de tierras; inclusión financiera; emprendimiento y productividad, que esperamos se dé teniendo como contexto la estructuración de programas; y proyectos que permitan empoderar económica, política y físicamente a la mujer.

Es necesario que las mujeres nos reconozcamos como protagonistas de cambio. Se requiere de mujeres propietarias involucradas en ordenar la producción, enfocada a generar una agricultura más rentable y productiva.

Para la FAO, si las mujeres del campo tuviesen el mismo acceso que los hombres a recursos agrícolas, se podría aumentar la producción en las granjas de mujeres de países en desarrollo en más del 30%.

Es importante resaltar que en ese nuevo modelo para el desarrollo rural, se deben generar condiciones de liderazgo de la mujer en el campo. Hay una correlación muy estrecha entre el nivel de formación de la madre, y el de sus hijos. El trabajo en el campo no es fácil, requiere de grandes especializaciones y más ahora, con los retos tecnológicos en la siembra de productos y producción del agro. 

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