A varios papas se les ha dado por cuestionar la existencia del infierno o del paraíso. En otras épocas, y por cosas mucho menores, los blasfemos terminaban en la hoguera o en las mazmorras de la Inquisición. La importancia del infierno y el paraíso en la historia de la humanidad está plasmada en todas las formas y expresiones del arte.
Siglos atrás, Milton escribió “El paraíso perdido”. Un clásico. Hermoso poema de 12 libros. El Génesis es muy escueto, la epopeya de Milton se regodea en detalles y en descripciones, con rigurosa exactitud: un Satanás, expulsado del paraíso; Adán y Eva viviendo la felicidad absoluta y perenne; felicidad perdida en un instante de fugaz irracionalidad; Satán consumó su venganza al arrastrar a Eva y a Adán al pecado; la eterna lucha del diablo por ofrecer la tentación en el mejor estuche. Ya lo dijo Milton: “para Lucifer era mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo”.
De la Divina Comedia ni hablar; Dante dividió su universo en Infierno, purgatorio y paraíso y repartió en ellos a los personajes más famosos de la historia de acuerdo a sus pecados o a sus sacrificios. En “el mapa del infierno”, Botticelli dibujó, con minuciosos detalles, toda la obra de Dante.
La puerta del infierno, obra maestra de Rodin, está en París. La magnífica puerta no se abre, es una imponente visión del infierno de más de 6 metros de alto.
La puerta del paraíso queda en Florencia. Está formada por 10 cuadros que reflejan 10 episodios de la Biblia.
Hace unos meses un periodista reportó que el papa Francisco le dijo que el infierno no existe. El revuelo fue gigantesco pero el Vaticano lo negó. Y debía hacerlo. Religiones, las más íntimas creencias y la actitud ante la vida de muchos se basan, consciente o inconscientemente, en la creencia que, luego de esta vida, hay un infierno o un paraíso. Puede parecer absurdo que, para hacer el bien aquí abajo, la humanidad necesite la esperanza de un paraíso allá arriba; o vivir con la amenaza del infierno para evitar la tentación y el pecado.
Sin embargo, no hace falta morir para estar muerto y, en la misma vida hay momentos que, aunque efímeros, generan tal dolor que son el mismo infierno y un gran castigo, merecido o no. Claro, también hay instantes que son el mismo paraíso, la felicidad perfecta, generalmente efímera. Pero, claro, una cosa es creer que existan el paraíso y el infierno, y otra muy diferente subyugar toda la vida, por acción u omisión, ante tal convicción. Puede que el paraíso o el infierno solo existan en esta vida y no sean más que estados del alma, momentos de la vida, nada más, como insinuó el papa. Tengo para mí que el infierno, con todo y Lucifer lo viven Venezuela y Nicaragua, el purgatorio hoy puede estar en Argentina y el paraíso perdido puede ser la Colombia que no fue. Ya lo decía Mario Benedetti: “la vida es un paréntesis entre dos nadas”.“Tengo para mí que el infierno, con todo y Lucifer lo viven Venezuela y Nicaragua, el purgatorio hoy puede estar en Argentina y el paraíso perdido puede ser la Colombia (...)”