comscore
Columna

Crecimiento y desigualdad

Compartir

La preocupación, aun entre los que votaron por Duque y Marta Lucía, es que el nuevo gobierno y sus seguidores se distraigan persiguiendo brujas, exguerrilleros o parejas LGBTI, o combatiendo la anticorrupción, y no le presten suficiente atención a promover el crecimiento económico ni resuelvan los problemas urgentes. Es evidente la insatisfacción popular con la corrupción, la inequidad y en general con la pobreza. Nos estamos conformando con tasas de crecimiento de la economía que no coinciden con las oportunidades de crecimiento y con índices de concentración de ingreso y acceso que impiden un crecimiento mayor y promueven inestabilidad política.

Para ilustrar cuanto impacta un punto adicional de crecimiento económico, se debe tener en cuenta que, en Colombia, con una tasa de crecimiento de la población del 1,18 por ciento anual, se requerirían 15 años para duplicar el ingreso por habitante si el crecimiento anual promedio de la economía fuera 6 por ciento. Si la economía crece al 4 por ciento anual, se necesitan 10 años más, y si crece al 2 por ciento anual, se tendría que esperar 85 años para duplicar el ingreso por habitante.  

No es necesario decir mucho más para entender por qué es urgente e indispensable salir del rango de crecimiento en el que está la economía colombiana, entre 2 y 3 por ciento por año, y volver a crecer por lo menos al 4 %. También es claro que solo con tasas superiores a 4 % anual de crecimiento del PIB podremos esperar que la pobreza se desvanezca dentro de tres o cuatro períodos presidenciales.

Pero también debemos reducir la desigualdad, no solo por razones éticas, sino porque la mayor movilidad social y la distribución equitativa de ingreso y oportunidades coinciden con aumentos de competitividad y de productividad. Un estudio reciente de la OCDE sobre movilidad social revela que Colombia es el país que más tiempo requiere para que los miembros y los descendientes de familias que están en el decil (10%) más bajo de la distribución del ingreso, asciendan hasta la mediana de esa distribución.

En Dinamarca lo hacen en dos generaciones. Si el papá es muy pobre, el hijo puede ser de clase media. En los demás países escandinavos hay que esperar una generación más para llegar a la clase media. En la OCDE se requieren 4,5 generaciones para conseguirlo. En Chile y Argentina les toma 6 generaciones, en China y la India 7, en Brasil y Suráfrica 9, y en Colombia 11 generaciones antes de poder ascender a ese nivel. ¡El nieto del tataranieto del tataranieto del señor que está en el último decil de ingreso en Colombia puede aspirar a ingresar a la clase media!  (OECD, “A Broken Social Elevator? How to Promote Social Mobility”, Figura 15, 2018).

Ese índice de desesperanza viene de la excesiva concentración de ingreso, acceso limitado a la educación y a oportunidades, y de que la justicia social no es un propósito nacional, como lo es en los países escandinavos. Esto debe cambiar ya porque la gente perdió la paciencia.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News