Enero comenzó formalmente el 2018, un año cargado de grandes expectativas, pero también de enormes incógnitas.
Ante la próxima contienda electoral el clima político colombiano está que arde con la funesta polarización a la que nos han llevado. Pero en medio de ella, además, los cartageneros todos -los nacidos y los residentes- permanecemos atascados en la incertidumbre de una ciudad aparentemente viva por una temporada turística a la que se debe la dinámica económica, pero casi muerta por unas precarias instituciones y una frágil gobernabilidad.
Lo que cabe, sin desentendernos de lo nacional, es meternos de lleno desde hoy mismo en el cuento local. Que nos apersonemos cada cual desde su propio ámbito del grave momento que estamos viviendo y reflexionemos que ese no es un problema solo de los políticos. Por el contrario, es totalmente nuestro, de todos sin excepción, no tratemos de endosárselo a otros, enfrentemos esa cruda realidad.
2017, bien ido. El mensaje de fondo para toda la ciudad es, se acabó el recreo.
Sin importar los efectos de la resaca de unas vacaciones que no merecíamos tras un año tan funesto como el que acaba de pasar y que no acabaremos de olvidar, apliquémonos a sacar esta ciudad del atolladero. Al que madruga Dios le ayuda, pero también al que no empieza temprano, lo coge el día. Y ya a nosotros como conglomerado social, nos cogió.
Que no se confunda aquello de que participar es quejarse y criticar, porque la ‘participería’ es a la participación, lo que la politiquería es a la política. Participar es ponerse la camiseta y sudarla. Nuestro llamado principal es al ciudadano raso, pero especialmente a los jóvenes que están pidiendo pista.
Esta crisis si algo tiene de bueno es que ha sacado a flote el despertar de muchas gentes de numerosos sectores que nunca habían sentido tan de cerca el grado de desgobierno en que hemos venido cayendo progresivamente.
Siempre se dice que las crisis son oportunidades, pues no desperdiciemos el momento para sacar del interior de cada uno de nosotros el cartagenero que nos está pidiendo que no solo reaccionemos, sino que actuemos en consecuencia. Nuestra invitación es, acción, no reacción.
Amigos del Consejo Gremial, ojo con lo del “perfil ideal”, acuérdense que “lo ideal es enemigo de lo bueno”. Cartagena en este momento no necesita un gerente, lo que requiere es, ya sea elegido o nombrado para terminar el actual periodo, un “gobernante” independiente y con autoridad, un buen administrador de lo público con la determinación de recuperar para los cartageneros la confianza perdida en sus instituciones, que están en plena crisis.