comscore
Columna

La paz profunda

Compartir

El reciente epis-odio del senador Uribe contra Daniel Samper nos anuncia lo que se nos viene encima en la próxima campaña: mientras los fusiles reales de las FARC reposan en los contenedores de la ONU, los fusiles morales de AUV y de sus áulicos están más activos, aceitados y calientes que nunca. Quienes creemos en la reconciliación no podemos dejarnos provocar por esta jauría de energúmenos. Alias Trizas y los demás están dispuestos a todo...óigase bien: a todo para recuperar el poder y lanzarnos de nuevo a la guerra.

Si algo me impresionó en todo este proceso, ha sido la seriedad con que los dirigentes de las FARC se comprometieron con lo pactado. Casi que se podría afirmar que han sido aún más coherentes que el Gobierno, que se ha visto a gatas para cumplir los plazos de las complejas etapas del desarme y reintegración. Aclaro, antes de que también se me señale de violador de niños o de verdades, que soy un pacifista y que siempre detesté a las FARC y su convicción de que, a través de la lucha armada, se podía construir un mejor país.

Hoy debemos unirnos quienes creemos que es posible construir un país sin odios y sin sangre derramada de hermanos, en torno a la figura de quien pueda proponernos una lógica diferente para dirimir nuestras diferencias. Alguien que tenga la serenidad, la objetividad y la preparación para conducirnos a la reconciliación, con la templanza y la ponderación que requiere el momento histórico.

Ya lo he dicho en varias columnas: Humberto de La Calle es el hombre. El líder que fue capaz de hacer entrar en razón a esos otros energúmenos y convertirlos en ciudadanos dispuestos a dar la lucha por las vías democráticas. Debemos unirnos en torno a de La Calle: él convoca a una coalición amplia y generosa -no únicamente estratégica u oportunista- para humanizar la política e impregnarla de un nuevo talante y una nueva ética. Desde mi papel de educador y artista pido a los otros precandidatos que también defienden una sociedad moderna, pacífica y tolerante que pospongan sus aspiraciones personales y, en un acto de grandeza, se unan al líder que la historia nos propone como el más capaz para defender ¡y perfeccionar! lo acordado. Cada uno de ustedes, con sus enormes calidades podrá coadyuvar a que el país recupere la cordura: María Jimena Duzán lo dijo muy bien en una de sus últimas columnas en Semana: Bienvenidos a la cordura...

Humberto de La Calle puede profundizar en la noción de paz que requerimos. Se ha dicho hasta el cansancio: la paz no es solo el silencio de los fusiles. Es, sobre todo, un nuevo tono -un nuevo estado de alma- para expresar nuestras convicciones. Entre todos podemos contribuir a que el tránsito de los guerreros hacia la paz y la aceptación de las reglas de la democracia imperfecta, sea el camino para llegar al estado de la paz profunda.

 

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News