Antes del pasado lunes 6 de marzo, a las nueve de la noche hacía todo, menos ver televisión y Telecaribe. Desde la fecha leo o escribo más tarde, salgo a caminar, callejear o a montar bicicleta más temprano, para ver la miniserie “Déjala morir”, la vida de la cantante “La Niña” Emilia Herrera, que dan de lunes a jueves, o juernes, y no los viernes, día en que nada me aguanta dentro de mi casa.
Veo “Déjala morir” porque me veo muy reflejado en este audiovisual, que es una mezcla de géneros: es argumental, documental y en ocasiones musical, es televisión, pero también es un baile de caseta o picó con placas incluidas.Con “La Niña Emilia”, que puso a cantar a mi vecina y a sonar en las emisoras canciones de ella y de Irene Martínez, veo historias, personajes y territorios conocidos y por conocer en Mahates, Evitar y Gamero. Oigo y veo canciones, junto con sus historias u orígenes, y personas que hablan costeñol porque son costeños de veddá, veddá.
Prefiero inyectadas de la Niña Emilia por placer o por necesidad que polvos carnavaleros. Me pego a la televisión y al canal regional antes de las nueve porque aparecen, delante y detrás de cámara, muchas personas y organizaciones que conozco y que me conocen a mí y a la gente de mi clase, etnia y cultura, de mi ciudad Cartagena y mi Región Caribe.
Destaco a Edwin Salcedo y Pilas, hicieron equipo para ejercer su derecho a estar en la Cámara de Representantes por las comunidades negras y también su derecho a contar sus cuentos y a la cámara de video, televisión o cine, a medios, canales como Telecaribe y programas con todas las de la ley en fondo y forma. Sugiero a Salcedo seguir haciendo política con la ‘Cámara de Televisión’.
“Déjala morir”, sobre la cual me enteré por todos los medios habidos y por haber, incluyendo a radio bemba, funciona como un espejo para vernos, sentirnos, expresarnos, pensarnos, juzgarnos y actuar a nivel personal y colectivo como cartageneros, caribeños, afrocaribeños, costeños, como partes de esa Colombia no contada completamente, como ciudadanos del mundo.
Para el cineasta Radivoje Andric, al hacer una película se necesita una cámara, una historia o una idea y amigos. Los amigos de “Déjala morir” tienen no solo las cámaras, sino a Telecaribe, y muchas historias por contar del Caribe colombiano y del Gran Caribe. Me tienen a mí y a muchos espectadores pegaditos a la caja negra y al picó. No dejen morir la idea como no han dejado morir a La Niña Emilia.
*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo
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