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Columna

La escuela desterradora

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En el libro “Los desterrados del Paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias”, editado por Alberto Abello y Francisco Flórez, se hace una aproximación multidisciplinaria para reconstruir las estructuras materiales e ideológicas o discursivas que incidieron en configurar las desigualdades raciales y sociales y el constante desarraigo sentido por habitantes negros y mulatos de la ciudad.

A mi parecer, estas desigualdades y el destierro de las comunidades y poblaciones afro en la Cartagena urbana, rural e insular se han dado y siguen dando porque la escuela estaba y sigue estando para desterrar todo saber, conocimiento y memoria de estas problemáticas, así como de nuestras historias compartidas de poblamiento y ocupación ancestral de los territorios colectivos, historias comunes de lucha y organización, de amenazas y conflictos. Los afrocartageneros fuimos y somos desterrados del paraíso y de los textos escolares de todas las áreas del saber.

“La escuela estaba para desterrar los saberes previos de los alumnos y asegurarse de transmitir lo que ella consideraba que era el verdadero conocimiento. La institución escolar moderna consistía (y consiste) en un espacio de inscripción de saberes y poderes”, dice el argentino Mariano Narodowski. “La escuela en la ciudad destierra los saberes previos de los alumnos a quienes entre otras dimensiones no se les conoce y reconoce como niños y jóvenes sujetos de conocimiento, y también desarraiga los saberes previos de los pelaos afro y las comunidades de donde son. Sus saberes no son parte de lo que se debe conocer, están fuera del currículo, incluso del oculto. La escuela está a espaldas de los territorios donde se localiza, sus historias y memorias, adrede”, digo yo.

La escuela es parte de las estructuras materiales, ideológicas y discursivas que contribuyeron a las desigualdades y al continuo destierro de los afrocartageneros, y si queremos evitarlo y que se construya una paz territorial duradera, es necesario implementar una nueva escuela, unos nuevos procesos de educación y etnoeducación, donde se ponga de presente la historia nuestra, caballero, para no repetir lo malo de esta.

Miguel Ángel Bastenier, autor del prólogo del libro, habla en él de la ciudad que se traiciona a sí misma, sobre cuándo se perdió o se jodió Cartagena y sobre la propuesta de que la ciudad vuelva a ser heroica, proclame una segunda independencia, recupere su parte del Caribe sustraída u ocultada. Yo propongo una segunda abolición legal de la esclavitud para no seguir siendo esclavos, entre otras cadenas, de la desmemoria, el olvido y el destierro del paraíso.

*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollopuntos_de_encuentro@hotmail.com****

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