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Columna

Pecado

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En medio de un mundo lleno de incertidumbre, donde se borró cada vez más la frontera entre el bien y el mal, donde las feministas argentinas defienden la exhibición libre de sus pechos, donde la soberbia del presidente Trump lo lleva a ofender a los inmigrantes, donde la corrupción salpica a los gobiernos en todas partes, incluido El Vaticano, llegó la novela, “Pecado”, de Laura Restrepo, heredera natural de José Saramago y Gabriel García Márquez. 

Estuvo en Cartagena la autora, explicando que su inspiración surgió luego de contemplar el tríptico, “El jardín de las delicias”, del pintor holandés, El Bosco, donde se vislumbra el placer y la culpa del amor desenfrenado, el pecado transgresor que trae también su gota de alivio. 

Con una fluidez asombrosa a partir de la cual Laura indaga en la complejidad ética de la transgresión, la autora confiesa su afición por construir personajes maléficos, por considerarlos más complejos, contradictorios y multifacéticos. Por eso la novela tiene testimonios en los cuales aparecen Arcángel, el adolescente asesino; Emma, la descuartizadora; una pareja incestuosa; un verdugo apodado La Viuda; tres hermanas vanidosas, llamadas las Susanas; y el Siríaco, profeta soberbio.

Llama la atención el ambiente del Caribe, cuando la autora deja ver su tinte político, al relatar que en Montes de María encontraron cientos de cadáveres en una fosa común. ¡Cualquier parecido con la realidad, no es pura coincidencia!

La narración es más reconocible para nosotros cuando aparece en el libro, su majestad la champeta: “Tendidas al sol, las Susanas hablan de platos de peltre cuando por primera vez ven bailar la champeta. Qué cosa es eso, champeta, preguntan, y las niñas del pueblo les hacen una demostración con grabadora, seis años la más pequeña y la mayor nueve, así, mira, Irina, mira. Diana, mira, Alma, así se baila champeta y arrancan las pequeñitas a menearse de una manera desconcertante, santo cielo, pero qué baile es éste, una imitación sin tapujos de los movimientos del coito…” La novelista descubre así la sensualidad del Caribe en sus niñas, entre el asombro y la condena.

Esta novela, por su originalidad y la riqueza de sus personajes, nos hace pensar en el placer y la culpa de cada pecado que trata de manera descarnada, en esta época del apocalipsis. Como se lee en la contraportada del libro: “Con la fuerza y la sensibilidad que caracterizan su literatura, Laura Restrepo indaga en la complejidad ética de la transgresión a través de una narración inquietante, original, por momentos aterradora y al mismo tiempo dulcemente humana.” 

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